sábado, 25 de abril de 2009

Diez Herramientas para hacer brillar la Educación

Herramienta 6


Humanizar el conocimiento

Objetivos de esta técnica:
Estimular la osadía, promover la perspicacia, cultivar la creatividad,
incentivar la sabiduría, expandir la capacidad crítica, formar pensadores.



La educación clásica comete otro grave error. Se es­fuerza por transmitir el conocimiento en el aula, pero rara vez comenta sobre la vida del productor de cono­cimiento. Las informaciones sobre química, física, ma­temática, lenguas deberían tener un rostro, una iden­tidad. ¿Qué significa esto? Significa humanizar el conocimiento, contar la his­toria de los científicos que produjeron las ideas que los maestros enseñan. Significa también reconstruir el cli­ma emocional que ellos vivieron mientras investiga­ban. Significa también relatar la ansiedad, los errores, las dificultades y las discriminaciones que sufrieron. Algunos pensadores murieron por defender sus ideas.

La mejor manera de producir personas que no piensen es nutrirlas con un conocimiento sin vida, despersonalizado. Soy crítico de los materiales didácticos bellísimos que exponen el conocimiento pero desprecian la historia de los científicos. Este tipo de educación causa aversión en los alumnos, no provoca el arte de pensar.

¡Cuántas noches de insomnio, dificultades y tur­bulencia no habré pasado para producir una nueva teoría sobre el funcionamiento de la mente en un país que no tiene tradición de producir científicos teóri­cos! Producir una nueva teoría es más complejo que hacer centenas de estudios. Pero no todos valoran este trabajo. ¿Cuáles son mis cimientos intelectuales? ¿Serán mis éxitos, el reconocimiento de la teoría y su uso en tesis de maestría y doctorado? ¡No! Mis cimientos son los dolores que pasé, las inseguridades que experimenté, las angustias que sufrí, la superación de mi caos...

Por detrás de cada información dada con tanta sim­plicidad en el aula existen las lágrimas, las aventuras y el coraje de los científicos. Pero los alumnos no logran verlas.
Es tan importante hablar de la historia de la cien­cia y de la historia de los pensadores como del cono­cimiento que ellos produjeron. La ciencia sin rostro paraliza la inteligencia, descaracteriza el ser, lo apro­xima a la nada. Genera hombres arro­gantes, y no hombres que piensan. Rara vez un cien­tífico causó daños a la humanidad. Quienes causaron los daños fueron los que emplearon la ciencia sin conciencia crítica.
Por Augusto Cury
Extraído del libro: “Padres brillantes, maestros fascinantes”. Editorial Zenith

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