sábado, 25 de abril de 2009

Diez Herramientas para hacer brillar la Educación




Herramienta 8
Educar la autoestima: elogiar antes de criticar


Objetivos de esta técnica:
Educar la emoción y la autoestima, vacunar contra la discriminación,
promover la solidaridad, resolver conflictos en el aula, filtrar estimulas estresantes, trabajar pérdidas y frustraciones.


El elogio alivia las heridas del alma, educa la emo­ción y la autoestima. Elogiar es dar ánimo y realzar las características positivas. Hay padres y maestros que nunca elogiaron a sus hijos y alumnos.

Fuimos nosotros los mayores al­pinistas y los mayores nadadores del mundo para ga­nar la mayor disputa de la historia, una disputa con más de cuarenta millones de competidores. ¿De qué disputa se trata? La disputa del espermatozoide para fecundar el óvulo. Fue una gran aventura. Muchos jóvenes dicen que no pidieron nacer. Otros se desaniman ante cual­quier problema. Otros encuentran que nada les sale bien en la vida. Pero todos nacemos vencedores. To­das las dificultades actuales son tonterías si las compa­ramos con los graves riesgos que enfrentamos para es­tar vivos en el escenario de la existencia. Los maestros necesitan comunicar esta historia a sus alumnos. Ha servido para generar una sólida autoestima.

¿Cómo ayudar a un alumno o a un hijo que falló, agredió o tuvo reacciones inadmisibles? Uno de los ma­yores secretos es usar la técnica de elogiar-criticar. Pri­mero, elogie algunas de sus características. El elogio estimula el placer, el placer abre las puertas de la me­moria. Un poco después, usted puede criticarlo y lle­varlo a reflexionar sobre su falla.

Criticar sin antes elogiar obstruye la inteligencia, lle­va al joven a reaccionar por instinto, como un animal amenazado. El ser humano más agresivo se derrite an­te un elogio, y así queda desarmado para recibir ayu­da. Muchos asesinatos podrían evitarse si, en el primer minuto de tensión, la persona amenazada elogiara a su agresor.

Cierta vez, un hombre de origen alemán cuyos abuelos sufrieron un trauma de guerra fue a mi con­sultorio. Era muy agresivo. Decía que mataría a cual­quiera que se le atravesara en el camino, incluso a sus hijos. En una consulta dije algo que no le gustó, y sa­có un arma que tenía escondida y me amenazó. ¿Sa­ben lo que hice? No me intimidé. Lo miré a los ojos y lo elogié. Le di­je: "¿Cómo puede un hombre inteligente necesitar de un arma para exponer sus ideas?" Y seguí: "¿Usted sa­be que tiene una gran capacidad intelectual y que con ella puede conquistar a cualquier persona?" El elogio lo sorprendió. Su rabia se derritió como hielo bajo el sol del mediodía. Empezó a llorar. A par­tir de ese momento, tuvo una excelente evolución en su tratamiento. Se volvió un ser humano amable. Si yo no hubiera tenido esa conducta, tal vez no estaría aquí escribiendo.


Vacunando contra la discriminación

Pruebe elogiando a su esposa, su marido, sus hijos, sus alumnos, sus compañeros de trabajo antes de cri­ticarlos. Siempre hay motivos para valorar. Encuéntre­los. Después de elogiarlos, haga su crítica, pero hable sólo una vez. No es la repetición de las palabras críti­cas lo que genera un momento educacional, sino su registro privilegiado. Si usa esta técnica durante algu­nos meses, su relación social va a volverse totalmente diferente. Usted será capaz de conquistar a las perso­nas más gélidas e insoportables.

No hay jóvenes problemáticos, sino jóvenes que tie­nen problemas. Elogie a los jóvenes tímidos, obesos, dis­criminados, hiperactivos, difíciles, agresivos. Aliente a ésos de quienes los otros se burlan, a los que se sienten disminuidos. Ser educador es ser promotor de autoestima.

Si yo pudiera, iría de escuela en escuela por distin­tas partes del mundo entrenando a los maestros para que comprendan el funcionamiento de la mente y entiendan que en el pequeño espacio escolar se desenca­denan grandes traumas emocionales. En lugar de elo­gios, existen críticas agresivas. Frecuentemente los alumnos se lastiman seriamente unos a los otros.

No permita de ningún modo que los alumnos lla­men a sus compañeros "ballena" o "elefante" por ser obesos. Usted no se imagina la resquebrajadura emo­cional que estos apodos provocan en el suelo del in­consciente. No les permita hablar peyorativamente de los defectos físicos y del color de la piel de los otros. Estas bromas no son ingenuas. Producen graves con­flictos que no se borran nunca, sólo se reeditan. La dis­criminación es un cáncer, una mancha que siempre ensució nuestra historia.

Enseñe a los jóvenes, con palabras y sobre todo con actitudes, a amar la especie humana. Comente que, por encima de ser americanos, árabes, judíos, blancos, negros, ricos y pobres, somos una especie fascinante. En los entretelones de nuestra inteligencia nos parece­mos más de lo que imaginamos. Elogie la vida. Estimule a los jóvenes a soñar. Si ellos dejan de creer en la vida, no habrá futuro.

Por Augusto Cury

Extraído del libro: “Padres brillantes, maestros fascinantes”. Editorial Zenith

1 comentario:

  1. me gusto muchisimo!
    me recordo a un cortometraje llamado EL CIRCO DE LA MARIPOSA
    (esta en youtube)

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