Herramienta 7
Humanizar al Maestro. Contar su propia historia.

Objetivos de esta técnica:
Desarrollar la socialización, estimular la afectividad,
construir un puente productivo en las relaciones sociales, estimular la sabiduría,
superar conflictos, valorizar el "ser".
Desarrollar la socialización, estimular la afectividad,
construir un puente productivo en las relaciones sociales, estimular la sabiduría,
superar conflictos, valorizar el "ser".
Maestros y alumnos comparten el espacio de una sala, pero no se conocen. Pasan años muy próximos, pero son extraños unos para los otros. ¿Qué tipo de educación es ésta que desprecia la emoción y niega la historia existencial?
Las escuelas de pedagogía fallan por no estimular a sus maestros a humanizarse en el aula. Es fundamental humanizar el conocimiento, y primordial humanizar a los maestros.
Las computadoras pueden informar a los alumnos, pero sólo los maestros son capaces de formarlos. Solamente ellos pueden estimular la creatividad, la superación de los conflictos, el encanto por la existencia, la educación para la paz, para el consumo, y para el ejercicio de los derechos humanos.
Queridos maestros, cada uno de ustedes tiene una fascinante historia que contiene lágrimas y alegrías, sueños y frustraciones. Cuenten esa historia en pequeñas dosis a sus alumnos durante el año. No se escondan detrás de la tiza o de su materia. Si no, los temas transversales —responsables de la educación para la vida, como la educación para la paz, el consumo, el tránsito, la salud— serán una utopía, estarán en la ley, pero no en el corazón.
La educación moderna está en crisis, porque no es humanizada, separa al pensador del conocimiento, al maestro de la materia, al alumno de la escuela, en fin, separa al sujeto del objeto. Ha generado jóvenes lógicos, que saben lidiar con números y máquinas, pero no con dificultades, conflictos, contradicciones y desafíos. Por eso, es raro que produzca ejecutivos y profesionales excelentes, personas que salgan de lo común y se destaquen.
Las bajas calificaciones tienen un gran valor en la escuela de la vida
Encuentren algunas ventanas dentro del aula para hablar por algunos minutos sobre los problemas, metas, fracasos y éxitos que tuvieron en la vida. ¿El resultado? Ustedes educarán la emoción. Sus alumnos los amarán, ustedes serán maestros inolvidables. Ellos los identificarán con la materia que ustedes enseñan, tendrán aprecio por sus clases.
Oigan también a sus alumnos. Entren en su mundo. Descubran quiénes son. Un maestro influye más en la personalidad de los alumnos por lo que es, que por lo que sabe.
Queridos padres, ustedes también tienen una brillante historia. Hablen de ustedes mismos, dejen que sus hijos descubran su mundo. La mejor manera de prepararlos para la vida no es imponer reglas, hacer críticas, enojarse, castigar, sino hablar de sus sueños, logros, inseguridades, fallas. Los educadores fascinantes no son infalibles. Por el contrario, reconocen errores, cambian de opinión si están convencidos, y no les hacen "tragar" sus verdades a sus hijos y alumnos. Estos comportamientos lúcidos son registrados de modo excelente por el fenómeno RAM (registro automático de la memoria), y producen un jardín en el mundo consciente e inconsciente de los jóvenes.
Vean este ejemplo. Jesucristo no controlaba a nadie, tan sólo exponía sus ideas e invitaba a la personas a reflexionar, diciendo: "quien tenga sed...", "quien quiera seguirme..." Provocaba el arte de pensar. Los grandes pacificadores, como Platón, Buda, Mahoma, Gandhi, querían formar hombres libres.
En la escuela de la vida, las bajas calificaciones nos ayudan más que las altas calificaciones. Fallar puede generar, en ciertas situaciones, una experiencia más rica que acertar. Necesitamos hablar de nuestras victorias, pero también de nuestras frustraciones. Hay muchos jóvenes deprimidos y fóbicos implorando con sus gestos y actitudes que un maestro les cuente una historia que los ayude.
Cierta vez, una coordinadora pedagógica de una gran escuela, que asistía a una de mis conferencias, motivada por la exposición, se puso de pie ante la platea y contó una historia conmovedora. Dijo que hacía algunos meses una de sus alumnas la había buscado para conversar sobre un problema. La alumna estaba visiblemente abatida, pero la coordinadora dijo que no tenía tiempo en aquel momento y postergó la conversación para otro día. Lamentablemente no hubo oportunidad, pues la joven se quitó la vida antes. Nunca algunos minutos fueron tan importantes.
¡Cuántos conflictos se evitarían con una educación humanizada! Estoy convencido de que los maestros que empiecen a entrar en el mundo de sus alumnos agresivos, ansiosos o reprimidos evitarán no sólo muchos suicidios, sino también masacres en las que los jóvenes toman armas y salen disparando sobre compañeros y maestros.
Antes de cometer estos crímenes, los jóvenes clamaron de diversas maneras pidiendo ayuda, pero nadie los oyó. Clamaron, pero nadie entendió su mensaje. Muchas personas ya me dijeron que el diálogo que mantuve con ellas evitó que renunciaran a la vida. Cuando nosotros las escuchamos, ellas también se escuchan y encuentran sus caminos. Pero son muchos los que tienen miedo de escuchar.
No crean que la prevención de conflictos es atribución exclusiva de psiquiatras y psicólogos. Sobre todo porque es una minoría la que busca ayuda psicológica. Los maestros pueden hacer mucho más de lo que imaginan.
Conquistando ventajas competitivas
Por favor, permítame insistir en este punto, pues nunca estará de más enfatizarlo. La educación está mal planteada en todo el mundo. Las escuelas nacieron sin una comprensión profunda de los papeles de la memoria y del proceso de construcción de los pensamientos. Aunque carecemos de datos estadísticos, creo, como dije, que al menos el 90% de las informaciones que aprendemos en el aula nunca serán recordadas.
Abarrotamos la memoria y no sabemos qué hacer con tantas informaciones. La memoria es especialista en sustentar el florecimiento de nuevos pensamientos, la creatividad de la inteligencia. Demos menos informaciones y crucemos más nuestras historias.
Hay muchas escuelas que sólo se preocupan por preparar a los alumnos para entrar en las mejores universidades. Se equivocan al focalizarse sólo en ese objetivo. Incluso si entran en las mejores escuelas, cuando salgan, estos alumnos podrán tener enormes dificultades para solucionar sus desafíos profesionales y personales.
El sistema educacional está enfermo. Vaya más allá del contenido programático. Les pido a los maestros: encuentren espacios para humanizar el conocimiento, humanizar su historia y estimular el arte del discernimiento. Sus alumnos no sólo darán un salto intelectual sino que tendrán ventajas competitivas. ¿Cuáles? Serán emprendedores, sabrán elegir, correrán riesgos para concretar sus metas, soportarán los inviernos de la vida con dignidad. Serán más saludables emocionalmente. Tendrán menos posibilidades de desarrollar conflictos y de necesitar un tratamiento psicológico.
Por Augusto Cury
Extraído del libro: “Padres brillantes, maestros fascinantes”. Editorial Zenith
Extraído del libro: “Padres brillantes, maestros fascinantes”. Editorial Zenith
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