Herramienta 10
Participar de proyectos sociales

Objetivos de esta técnica:
Desarrollar la responsabilidad social, promover la ciudadanía, cultivar la solidaridad,
expandir la capacidad de trabajar en equipo, trabajar los temas transversales:
la educación para la salud, la paz y los derechos humanos.
Objetivos de esta técnica:
Desarrollar la responsabilidad social, promover la ciudadanía, cultivar la solidaridad,
expandir la capacidad de trabajar en equipo, trabajar los temas transversales:
la educación para la salud, la paz y los derechos humanos.
Llevar a los jóvenes a comprometerse con proyectos sociales es la décima técnica pedagógica que propongo. El compromiso social debe ser la gran meta de la educación. Sin él, crecerán el individualismo, el egoísmo y el control de unos sobre los otros.
Participar de campañas de prevención contra el sida, consumo de drogas, violencia, o lucha contra el hambre puede contribuir a que los jóvenes sean saludables psíquica y socialmente. Como vimos, ellos aman el veneno del consumismo y del placer inmediato. Muchos sólo se interesan cuando se trata de algo que les compete directamente. Pero, reitero, no tienen la culpa. Hay millones de imágenes grabadas en su memoria consciente e inconsciente que los controlan sin que se den cuenta.
En realidad todos somos víctimas del sistema que creamos. Estamos perdiendo cada vez más nuestra identidad, volviéndonos una cuenta bancaria, un número de tarjeta de crédito, un consumidor potencial. Mi crítica tiene fundamento. El sistema social se infiltra en la caja de secretos de la personalidad, y escasea la producción de pensamientos sencillos, tranquilos, serenos.
En un estudio que realicé con casi mil educadores sobre su opinión respecto de la calidad de vida de los jóvenes, los resultados fueron espantosos. Consideran que el 94% de los jóvenes son agresivos y el 6% tranquilos; que el 95% están alienados y que el 4% se preocupa por su futuro. ¿Hacia dónde se dirige la educación?
Jóvenes que se destaquen
Los jóvenes que son determinados, creativos y emprendedores sobrevivirán en el sistema competitivo. Los que no tienen metas ni osadía para materializar sus proyectos podrán vivir a la sombra de sus padres y engrosar la masa de desempleados. Los jóvenes descalificados intelectualmente perjudican el futuro de una nación. ¿Por qué la riqueza de las naciones sube y baja? ¿Por qué las riquezas familiares no duran hasta la tercera generación? A causa del material humano.
Necesitamos calificar a nuestros hijos y alumnos. Ellos deben sentirse importantes en la escuela, necesitan ser entrenados para ser líderes. Necesitan aprender a hacer elecciones. Así aprenderán una dura lección: toda elección implica pérdidas y no sólo ganancias.
El síndrome SPA deja a nuestros hijos agitados. Ellos detestan la rutina, y por eso se quejan de que "no tienen nada que hacer". Tienen mucho que hacer, pero la rutina exaspera su ansiedad. Si los incorporamos a proyectos sociales, sus vidas darán un giro. Su emoción se estructurará, el pensamiento se aquietará, y de paso aprenderán la importancia de servir.
¿Cómo podrán subir al podio si desprecian el entrenamiento? ¿Cómo brillarán en la sociedad si no tienen conexión con ella? Considerar a nuestros hijos y alumnos sólo como receptores de informaciones y consumidores de bienes materiales es una afrenta a su inteligencia.
Debemos formar jóvenes que se destaquen en el mundo, que propongan cambios, que rescaten su sentido existencial y el sentido de las cosas. Una de las causas que lleva a millones de jóvenes a consumir drogas, a deprimirse, a alienarse y hasta a pensar en suicidarse es que ellos no le ven sentido a la vida, ni tienen un compromiso social. El tedio los consume. Por eso, con una actitud insana, recurren al consumo de drogas, como un intento para aliviar su ansiedad y angustia, y no sólo para saciar su curiosidad. Muchos jóvenes toman drogas como antidepresivos y tranquilizantes. Lamentablemente, esta actitud los lleva a vivir en la más dramática prisión: la cárcel de la emoción.
La educación no necesita de una reforma, sino de una revolución. La educación del futuro necesita formar pensadores, emprendedores, soñadores, líderes no sólo del mundo en que estamos, sino del mundo que somos.
Aplicación de las técnicas del proyecto escuela de la vida
No podemos olvidarnos de que los maestros de todo el mundo están enfermando colectivamente. Los maestros son cocineros del conocimiento, pero preparan el alimento para un público sin apetito. Cualquier madre se pone un poco paranoica cuando sus hijos no se alimentan. ¿Cómo exigir salud de los maestros si sus alumnos tienen anorexia de valores, anorexia espiritual? Es por su salud y la de sus alumnos que la educación debe ser reconstruida.
Las escuelas que ya aplican las diez técnicas pedagógicas del proyecto escuela de la vida están viendo algo maravilloso. El estrés de los maestros y los gritos implorando silencio disminuyeron. Los niveles de ansiedad, las conversaciones paralelas y los roces entre los alumnos se atenuaron. Crecieron la concentración, el placer de aprender y la participación.
¿Cuál es la escuela de sus sueños? Para mí, es la escuela que educa a los jóvenes para extraer fuerza de la fragilidad, seguridad de la tierra del miedo, esperanza de la desolación, sonrisas de las lágrimas y sabiduría de los fracasos. La escuela de mis sueños une la seriedad de un ejecutivo a la alegría de un payaso, la fuerza de la lógica a la sencillez del amor. En la escuela de mis sueños cada niño es una joya única en el teatro de la existencia, más importante que todo el dinero del mundo. En ella, los maestros y los alumnos escriben una bellísima historia, son jardineros que hacen del aula un cantero de pensadores.
¿Cuál es la familia de sus sueños? La familia de mis sueños no es perfecta. No tiene padres infalibles, ni hijos que no causan frustraciones. Es ésa en que padres e hijos tienen el valor de decirse: "Te amo", "Me sobrepasé", "Discúlpenme","Ustedes son importantes para mí".
En la familia de mis sueños no hay héroes ni gigantes, sino amigos. Amigos que sueñan, aman y lloran juntos. En ella, los padres se ríen cuando pierden la paciencia y los hijos se burlan de su propia tozudez. La familia de mis sueños es una fiesta. Un lugar simple, pero donde hay gente feliz.
Por Augusto Cury
Extraído del libro: “Padres brillantes, maestros fascinantes”. Editorial Zenith
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