martes, 24 de marzo de 2009

La Ciencia de obrar bien


Por Torkom Saraydarián



En cualquier instante en que nos sintamos deprimidos, solos y abandonados, limitémonos a realizar un acto de buena voluntad, sin esperar retribución. Esta es una ciencia real; no se la puede aprender salvo realizándola. Si seguimos usando largo tiempo esta técnica, ampliaremos y ahondaremos el canal de comunicación entre nuestra parte Superior y nuestra personalidad.


La causa real de toda enfermedad.
El Fuego Central, Espíritu o Yo Superior, es una usina de luz, amor y energía. Es el origen de la vida de los vehículos, y hasta del mundo circundante, pero a menudo, por falta de integración y alineación, hay una comunicación muy débil entre ese Fuego Central y los tres vehículos: los cuerpos físico, emocional y mental. Esta falta de alineación e integración es la causa real de toda enfermedad psicosomática, de todo trastorno psicológico y, por supuesto, de todos nuestros problemas personales y sociales. El método básico para curar estas grietas, estos desórdenes y estos problemas, consiste en liberar la energía de la Chispa Divina que existe dentro de nosotros, en aumentar la vitalidad de nuestro cuerpo físico, en acrecentar la energía amorosa de nuestra naturaleza emocional, y en incrementar la luz en nuestro mundo mental.
Para realizar esto podemos usar una técnica sencillísima. Tenemos una fuente de luz, amor y energía dentro de nosotros; solos y en silencio meditamos: “¿Conozco a algún hombre, alguna mujer o algún niño que pasen necesidades?” Es posible que un rato después recordemos que un amigo o un vecino nuestro necesita un par de zapatos, un libro, un traje, un auto o una radio. Nos decimos: “¿Esa persona necesita eso realmente? Sí. ¿Tengo dinero suficiente para comprar eso que esa persona necesita? ¡Sí, lo tengo! Lo compraré y se lo daré a quién esté necesitándolo”. El segundo paso consiste en dárselo a esa persona del modo más y considerado. Cuando realizamos un acto de esa índole, sentimos que en nuestro mecanismo empieza a fluir y circular y circular una energía nueva; experimentamos un gozo profundo, una nueva fuerza y una paz nueva.

Para eliminar definitivamente la depresión.
¿Qué es lo que ocurrió exactamente? Podemos decir que, mediante ese acto de buena voluntad, descendió una minúscula corriente de energía vital en nuestro mecanismo desde el Fuego Central, nuestros vehículos de expresión y nuestro medio ambiente. En cualquier instante en que nos sintamos deprimidos, solos y abandonados, limitémonos a realizar un acto de buena voluntad, sin esperar retribución. Esta es una ciencia real; no se la puede aprender salvo realizándola. Mediante tal expresión de buena voluntad, aprenderemos a actuar de manera desinteresada, con una actitud impersonal. Aprenderemos a acercarnos a la gente, a llegar a conocerla, a sentirnos con ella, y eso nos permitirá satisfacer mejor la necesidad real. Si seguimos usando largo tiempo esta técnica, ampliaremos y ahondaremos el canal de comunicación entre nuestro Yo Real, es decir, nuestra parte Superior, y nuestra personalidad, y estaremos listos para darle paso siguiente.
Habrá ocasiones en que no podremos ayudar financieramente a los demás; y a menudo los demás no lo necesitan. Tal vez solo necesiten nuestra sonrisa, nuestras palabras amables, nuestras dulces canciones, nuestra música; a veces solo necesitan nuestra presencia: nuestra presencia silenciosa. Empezamos a dar nuestras sonrisas y palabras a quienes verdaderamente las necesitan. Al darles alegría, sentimos que nuestra alegría interior aumenta; al dar palabras de paz y consuelo, nuestra paz interior se ahonda; nos acercamos a nuestro Fuego Interior y al Fuego Interior de aquellos a quienes estamos ayudando. Advertimos, poco a poco, que nuestros problemas emocionales y físicos disminuyen, y a menudo desaparecen, porque la energía de la vitalidad y del amor disipa las nieblas y nubes de nuestro mundo emocional. El Fuego Central expande sus rayos curativos a nuestro mecanismo, y lo alinea e integra.

Trabajos de Buena Voluntad.
Sin embargo, no podemos detenernos allí. Deberemos sumar otro paso: el trabajo de buena voluntad en el nivel mental. Este trabajo implica que demos nuestra luz a los demás, y que ayudemos a la gente a que resuelva sus propios problemas mediante el proceso de la educación y la iluminación.
Hay veces en que la gente no necesita saber qué le estamos dando. A menudo recibimos energías de amor y luz sin conocer jamás su origen. Algunos amigos nuestros piensan en nosotros y envían su amor y su compasión más hondos. Nos ayudan; poco a poco vencemos nuestra depresión, nuestro pesar y nuestros problemas debido a los pensamientos que son como plegarias y a las ondas amorosas proyectadas hacia nosotros por nuestros amigos, o por nuestro cónyuge o nuestros padres.
Un rayo de luz brilla de pronto en nuestra hora más oscura. La luz nos da valentía y nos lleva hasta la puerta. Un amigo de verdad está pensando en nosotros. Nos envía su valentía, su amor; alimenta nuestro Fuego Interior para ayudarnos a que venzamos los obstáculos, cualesquiera que éstos sean. Este es también un tipo de entrega mediante la cual abrimos las puertas para que nuestro amor y nuestro pensamiento puro puedan filtrarse y aumentar de esta manera la comunicación interior con nuestra Esencia. Debemos trabajar poco a poco en procura de la cima para alcanzarla.
El modo más sencillo es empezar a enseñar algo a alguien que lo necesite. Podemos enseñar oralmente, mediante cartas, escritos, artículos creativos o libros, e incluso a través de nuestros pensamientos. Aquí empieza la ciencia real de obrar bien, pero antes de que podamos ser de real ayuda a los demás, debemos aprender:

- A no imponer nuestras ideas, ideas opiniones ni pensamientos a nadie, y a respetar la libertad de los demás.
- Cómo revestir nuestras ideas para que éstas revelen su máxima belleza.
- Cómo hallar el nivel de nuestros amigos, para no dañarlos, dándoles más de lo que puedan asimilar.
- A hablar o escribir sólo la verdad. Jamás mancharemos nuestra enseñanza con mentiras grandes o pequeñas.
- Acercarnos a la gente con amor hondo y sincero; con un amor que penetre en el corazón de nuestro hermano y descubra qué es lo que lo aflige.

A medida que sigamos nuestro trabajo en el plano mental, plantando luces, aportando esclarecimiento e iluminación, advertiremos que la luz de nuestra mente aumentará diez veces, y una nueva energía de amor, de la luz y del gozo circulará a través de nuestro cerebro, nuestro corazón y de todo nuestro sistema nervioso.

Es mejor dar que recibir.
Así, año tras año, irán en aumento la comunicación entre nuestro Fuego Central y nuestros vehículos de expresión. Proporcionalmente, éstos se alinearán, se integrarán y funcionarán con la Luz Interior. Esta fusión se expresa como actos de buena voluntad, sacrificio y amor; como vida creativa y salud espléndida. Mediante tal expresión, mediante nuestros esfuerzos para aportar esclarecimiento a los demás, nos curamos físicamente, y también emocional y mentalmente. Este es el modo más sencillo de establecer contacto con nuestra Chispa dadora de vida. Fue por eso que Cristo dijo a sus discípulos: “Es mejor dar que recibir”. Esta es una participación divina. Si a un amigo o a un extraño le transmitimos una chispa, nuestro fuego aumenta muchas veces. El acto de buena voluntad debe tener lugar entres niveles simultáneamente, en el proceso de despejar los obstáculos físicos, disipar las fascinaciones y problemas emocionales muy arraigados, y eliminar las ilusiones de la mente de la gente.
Tratemos de eliminar un obstáculo en otra persona, en cualquier nivel, y descubriremos que estamos eliminando un obstáculo en nosotros mismos. Nada podremos hacer a otro sin hacerlo, subjetivamente, y en primer lugar, a nosotros. De modo parecido, siempre que actuamos física, emocional y mentalmente contra lo bueno, lo verdadero y lo bello, construimos un muro entre nosotros y nuestra Esencia Interior. Al obrar así, invitamos a las enfermedades psicosomáticas, a las complicaciones físicas y a la mala salud, en general, en tres niveles.
No es necesario que demos limosna tal vez podamos hacer una obra a favor de alguien; podríamos cortar el césped de un vecino anciano; podríamos cuidar el niño de algún vecino que necesita ayuda por un momento. Tratar de ser servicial con alguien cada día de todo un mes. Si hacemos esto, descubriremos que milagrosas energías empiezan a liberarse desde su fuente interior. Se iniciará para nosotros una vida nueva, y una energía curativa fortalecerá nuestro cuerpo, nuestro corazón y nuestra mente. Al atardecer, al regresar del trabajo, o a la hora de irnos a dormir, repasemos rápidamente el día en nuestra mente; veamos la actitud y sintamos la alegría que la persona sintió en el momento que la ayudamos. Antes de dormirnos digamos la siguiente oración: “Señor, guía mis pasos hacia donde renecesiten”.

Desapegarnos.
Esparzamos buenas acciones alrededor de nosotros, en nuestra oficina, en nuestra fábrica, en nuestra escuela, en nuestro hogar. A veces, tal vez no experimentemos nuestra alegría interior; no la busquemos. Decidámonos a ayudar a alguien y hagámoslo. Esto es un arte.
Al usar la ciencia de obrara bien, necesitamos el desapego “de doble mano”. Es importante:

1- Desapegarnos de quien es ayudado por nosotros. No esperar agradecimiento, sonrisas ni otra forma de retribución. Limitémonos a obrar “en obsequio de la bondad misma, y luego tratemos de encontrar a otro a quien ayudar.
2- Desapeguémonos de nuestras sensaciones interiores, de nuestros juicios de nuestra felicidad o de cualquier otro sentimiento que tengamos. Que el amor puro fluya desde nuestro corazón y se exprese como ayuda en el plano material.

Muchas personas ayudan a sus amigos con expectativas de retribución por su servicio. Luego, si no tienen respuestas, se sienten resentidas, desdichadas y a menudo desarrollan alguna animosidad hacia aquel a quien ayudaron. Oímos que la gente dice: “Lo ayudé muchísimas veces de este o aquel modo, pero él nunca me lo agradeció, incluso se volvió enemigo mío”. En realidad, ese hombre no ayudó, porque detrás de su acción no había una motivación importante, no había expectativas de algún género de reconocimiento. La ayuda brindada con una motivación heterogénea de esa índole creará automáticamente un rechazo secreto desde el corazón de aquel a quién ayudáramos.

Saber discernir.
Debemos discernir, debemos reconocer la necesidad real y el peso de nuestra ayuda. En el sendero de obrar bien también aprenderemos, poco a poco, a quién ayudar y como desapegarnos. La Luz Interior brilla e inunda todo nuestro ser con gozo y bendiciones solo mediante esa actitud impersonal.
Nos interesa el desarrollo del Fuego Interior, pero ni siquiera éste deberá ser nuestro principal motivo cuando ayudamos. Los principales factores que mueven nuestros corazones son: primero, el sentido de la unidad; y segundo, la comprensión de la necesidad verdadera del sujeto. Podemos sentir que las necesidades de los demás son nuestras necesidades, pero nuestra ayuda no deberá paralizarlos: por el contrario, deberá inducirlos a la acción.
A veces es posible que hacer que los delincuentes juveniles vuelvan a la buena senda enseñándoles la ciencia de obrar bien mediante un programa educativo especial. Cuando empiecen a aprender esa ciencia por experiencia propia, cambiarán poco a poco, y hasta pueden ser preclaros benefactores de su raza y de la humanidad.

Despertar el sentido de la responsabilidad.
No podemos despertar el sentido de la responsabilidad en los demás a menos que, primero, los induzcamos a descubrir una necesidad real y luego un método para subvenir esa necesidad. Es interesante descubrir que en primer lugar vemos los yerros de los demás, y somos rápidos para nuestras críticas. Si podemos ayudar a los demás en lugar de criticarlos, empezaremos a ver nuestras necesidades y a usar nuestras mentes para satisfacerlas. Así, cuando nuestros jóvenes perturbados aprendan a usar esta técnica, eliminarán poco a poco los obstáculos que son responsables de la delincuencia, sin importar en qué ámbito, de su mecanismo se hallen los obstáculos; y podrán generar su fuego interno y constructivo. Por lo tanto, enseñemos a nuestros a obrar bien en el hogar, en la escuela y en el mundo, siempre que puedan y nunca serán delincuentes. Podemos usar este método con quienes nos son hostiles. Encontremos los modos de permitirles que nos ayuden, y la hostilidad de ellos decrecerá o desaparecerá por completo.

Resumimos este texto con un poema de Lena Stearns:

Quiero hacer una obra buena cada día
Para ayudar a alguien a que encuentre un camino mejor.
Quiero dar una mano a quien lo necesite
O hallar a un solitario extraviado a quien pueda alimentar.
Quiero cantarle a alguien una canción amada
Para darle coraje cuando el camino sea largo.
Si tan sólo una de mis sonrisas puede aliviar el dolor
Entonces sentir que no viví en vano.

Extraído del libro: “La ciencia de ser uno mismo”. Editorial Kier

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