domingo, 15 de marzo de 2009

"Estar Bien", con uno mismo…"Estar Bien" con los demás...


Entrevista a Jacques Salomé


Este psicólogo y sociólogo francés, experto en relaciones humanas, que lleva más de 30 años explorando las misteriosas y complejas fa­cetas de lo que constituye, para él, lo esencial de la vida: la comunicación, ha creado un método para vivir más plenamente y entendernos mejor con el entorno, al que el mismo llama Ecología de las Relaciones.

Párrafos extraídos de la revista Uno Mismo, marzo de 2009।

Por María Laura Ferro Traducción: Joselyne Vanclef


-¿Por qué es tan difícil 'estar bien', con uno mis­mo y con los otros?
-Principalmente por nuestra propia desvalori­zación. Porque nos dejamos definir por el otro y también lo definimos, con la esperanza de que responderá a nuestras expectativas.
Salomé se define a sí mismo como “un ex dis­capacitado de las relaciones humanas, quien pa­só gran parte de su vida tratando de comprender que le correspondía dejar de responsabilizar a los demás, a la sociedad, a los astros, a Dios, de sus desgracias y de sus malestares... Me llevó mu­cho tiempo comprender que sólo dependía de mí aprender lo que podía ser una 'puesta en común' respetuosa de mí mismo y del otro, de proponer intercambios de reciprocidad y renunciar a las creencias erróneas transmitidas, desde mi tierna infancia, practicadas desde siempre en mi entor­no". Estas "creencias erróneas" conforman lo que él denomina "Sistema S.A.P.P.E. de comunica­ción disfuncional".

-¿En qué consiste este sistema?
-Son las siglas de: S de sordo (sourd); A de ciego (aveugle); P de pernicioso (pernicieux); P de per­verso (pervers); E de energetívoro (que “le come” la energía a los demás). Es decir, una comunicación caracterizada por la desvalorización del otro, la desconfianza, la ame­naza, el chantaje, la culpabilización y el rechazo a responsabilizarse, para permanecer en relacio­nes de poder con respecto al otro. Es el sistema en el cual todos hemos sido educados (es uni­versal, lo he visto en Europa, en Canadá, en África del Norte y en Japón, que son las cuatro culturas en las que tuve ocasión de intervenir). Funciona a partir de cinco elementos:

1. Prescripciones: hablamos sobre el otro en lugar de hablarle al otro. "Deberías querer a tu herma­no, tendrías que ser más amable, podrías esfor­zarte un poco".

2. Desvalorizaciones, (y) descalificaciones. "Te­nés mal carácter, sos egoísta, no haces ningún esfuerzo...".

3. Amenazas, chantaje: "Terminarás mal". "Si con­tinuas así, te voy a dejar...".

4. Culpabilización (el otro es responsable de lo que sentimos): "desde que me dejaste no ten­go más ganas de vivir, es por tu culpa que co­mencé a tomar...".

5. Relaciones dominador - dominado, en las que se practican el enfrentamiento (y no la confron­tación), la oposición o la sumisión (y no la oposición y la afirmación...): "tu punto de vista no tiene importancia, si reflexionaras un poco más, te darías cuenta de que soy yo el que tie­ne razón…".

Los seres humanos aprendemos a comunicar­nos mal, de una forma espontánea, basada en la buena voluntad, los buenos sentimientos y una sinceridad ciega, olvidándonos que estamos híper-condicionados por un sistema relacional, fa­miliar, escolar y social que domina en nuestra cultura... Y esto produce los efectos perversos que ya conocemos: falta de confianza en uno mis­mo; persistencia de las relaciones dominante/do­minado; aumento de las dependencias; expan­sión de la violencia...

-Así nos comunicamos... ¿Cómo sería comuni­carse más saludablemente?
-'Comunicar" significa poner en común a partir de 4 pasos: poder pedir, poder dar, poder recibir y poder rechazar. Cada uno de estos puntos de­be estar equilibrado respecto de los demás. Si hay hipertrofia o hipotrofia de alguno de ellos, la rela­ción está desequilibrada, por ende, "sufriente"... Para lograr una forma más sana de comunicación creé el método E.S.PE.R.E. (Energía Específica Pa­ra una Ecología Relacional Esencial). A través de este método, quise proponer algunos parámetros apoyándome en mi propio recorrido y en el de los seres que marcaron mi vida. Dichos parámetros son necesarios para todo cambio, para mante­nernos anclados en nuestro eje. Son paráme­tros válidos y dignos de este nombre, que si bien no dictan cuál debe ser el camino, son como 'balizas' que nos ayudan a mantenernos en él, sin por ello impedir que nos cuestionemos perma­nentemente y busquemos otros rumbos.

Cruzada por la humanidad.
En sus más de 60 libros, que fueron traducidos a 23 idiomas, ha tratado las relaciones conyuga­les, las relaciones con los hijos, la comunicación en el colegio, la relación con uno mismo y, recien­temente, las del universo del trabajo... También ha dado un gran número de conferencias, ma­yormente en países francófonos. Él cuenta así el propósito de su cruzada: "Deseo sensibilizar a las personas en la auto-responsabilización fren­te a los acontecimientos de la vida, y convocar­las a practicar una comunicación relacional, no violenta, que se opone a la comunicación de con­sumo que predomina actualmente, que se ca­racteriza por la circulación de la información y la relación con 'lo lejano', en detrimento de la relación con lo próximo y cercano", dice.

-¿Cuáles serían las claves para lograr esto?
-Quien quiera lograr bienestar y mejorar sus rela­ciones debería proponerse:
• Explorar las zonas de sombra en su personali­dad, que lo encadenan a las relaciones consigo mismo y con los demás.
• Aprender a sobreponerse a las violencias, heri­das y sufrimientos.
• Salir de las fidelidades alienantes para ir hacia la fidelidad a sí mismo.
• Vivir los sucesivos duelos de la existencia, salir de ellos fortalecidos y crecer.
• Descubrir la esperanza espiritual que existe en cada uno de nosotros.

-¿De qué depende el éxito de este aprendizaje?
-El trabajo personal requiere de un esfuerzo ho­nesto, la aceptación de la propia historia, y mu­cha energía para recorrer el camino que condu­cirá a una mejor y más sana manera de vivir. Co­rresponde a cada uno buscar los medios para encontrar lo mejor de sí mismo y de los demás, con lucidez y coherencia. Se trata de no traicio­narse en nombre de un sentimiento hacia el otro, de no alienarse por el miedo a perder al otro si éste no corresponde a mis deseos o expectati­vas... En definitiva: "saber ser"; que haya coherencia entre lo que pienso y lo que digo, entre lo que siento y lo que hago. La clave es la RES­PONSABILIDAD: responsabilidad en el compro­miso con uno mismo, responsabilidad en la acción, que se estructura alrededor de nuestra capacidad de poder transmitir.

-Usted dice en uno de sus libros que habría que crear "oasis relacionales y luchar contra la desertificación de las ciudades... ¿Es decir?
-La urbanización y la expansión de las grandes me­trópolis favorecen cada vez más el aislamiento del individuo, alimentan la violencia y la auto-violencia. La presencia de la televisión mata la comuni­cación íntima y propulsa al individuo, sobre todo hoy en día, a mundos totalmente virtuales, con­vertidos en sinónimos de escape y de hemorragia relacional. Veo una soledad desesperante, en los "hambrientos" o los desheredados de la comuni­cación, por eso el enorme éxito de los consultorios de terapia, donde se paga, sobre todo para ser es­cuchado y comprendido. Llamo "oasis relacional" a un lugar de encuen­tro, de palabras y de intercambio, que estaría abierto, en cada ciudad o barrio; y donde sería posible hablar, ser escuchado, poder cuestionar­se y clarificar los grandes temas existenciales de cada uno.

-Las relaciones hombre-mujer han evolucionado mucho en estos últimos treinta años, ¿cuál es su visión al respecto?
-Desde hace alrededor de treinta años, son so­bre todo las mujeres las que han hecho evolucio­nar considerablemente la comunicación. Han aprendido a definirse mejor, a salir de dependen­cias afectivas, materiales y sociales, en las cua­les permanecieron ¡encerradas durante siglos! Hoy se atreven a hacerse cargo de sus deseos y sobre todo se atreven a concretarlos, por me­dio de elecciones de vida, concreciones profesio­nales, familiares, etc. Las relaciones "hombre-mu­jer", están en una fase de transición. Las muje­res deben aprender a manejar numerosos con­flictos intrapersonales para equilibrar todos los roles de sus vidas. Los hombres no han in­tegrado aún esta mutación. Están a la defensiva, lo que mantiene comportamientos agresivos, so­bre todo cuando sienten impotencia o desarrai­go. Me parecen todavía prisioneros de una ima­gen "decadente", demasiado encerrados en el "hacer". No han, todavía, descubierto el placer de simplemente "SER".

-¿Por qué este camino es más fácil para unos que para otros?
-Todo cambio incluye obstáculos y riesgos que no nos atrevemos a asumir. Todo cambio es personal y sin duda le es “más fácil” a quién se respeta a si mismo. El saber “devenir uno mismo” depende del grado de concientización con respecto a la propia historia, de la clarificación, de las fidelidades, de las misiones atribuidas, de las lealtades de las que dependo, frente a las per­sonas significativas del pasado y del presente. Es un aprendizaje vinculado a la capacidad de integrar los cambios, replanteos y cuestionamientos, así como a la posibilidad de adaptarse a las rápidas mutaciones evolutivas del mundo en el cual vivimos.

Ser fiel a mí mismo
Evalúo el camino recorrido desde los titubeos de mi adolescencia. En esa época, buscaba la aprobación de to­dos los que se cruzaban por mi ruta; necesi­taba gustar, a cualquier precio, y sobre todo no disgustar o entristecer a aquéllos con los que me encontraba. Quería ser aceptado incondicionalmente y, entonces, me dedicaba, con mucho cuidado, a presentarme con la imagen que creía era la más favorecedora pa­ra mí. En pocas palabras, no me respetaba mucho, estaba lejos de ser fiel a mí mismo. Me tomó mucho tiempo salir de ese conflic­to, permanentemente actualizado entre una pseudo fidelidad al otro y una pseudo fideli­dad a mí mismo.
Un camino de libertad se fue perfilando po­co a poco, sin culpabilidad con respecto al otro, dentro de una suave y tranquila fuer­za, cuando me arriesgué a definirme en mi diferencia, a afirmar mis umbrales de tole­rancia frente a tal o cual relación o conduc­ta propuesta por el otro, a expresar mis re­ales sentimientos o a posicionarme sin ne­cesidad de encerrarme en el silencio o el enfurruñamiento.
Recuerdo, por ejemplo, cómo, al comienzo de la vida adulta, mi modo defensivo de abordar un obstáculo o una situación peno­sa, desencadenaba una sucesión de reaccio­nes en cadena que movilizaban lo esencial de mis energías, sin que, sin embargo, la si­tuación progresara, y cuyo resultado me lle­vaba a victimizarme aún más. Actualmente veo el espectro de posibilida­des que se me ofrecen: no alimentar la opo­sición sino favorecer la no-posición; no cultivar el enfrentamiento sino buscar debatir ideas; apoyarme sobre los puntos co­munes en lugar de poner en evidencia los antagonismos; renunciar a ser definido por el otro y arriesgarme a situarme, a afirmar­me, a encuadrar las situaciones para no cargar con los problemas de los demás. Una de las posiciones relaciónales que más me hizo progresar fue, cuando no era positivo para mí, no conservar lo que provenía del otro y atreverme a restituir los mensajes tó­xicos (palabras o comportamientos) que me herían.
Aprendí a formar alianzas, a encontrar la buena distancia, a relativizar y sobre todo a no cultivar el resentimiento, a arriesgarme a un conflicto abierto más que a permanecer en los no dichos y las reflexiones estériles. Entre todo y nada, existe una multitud de posibilidades que pueden ser exploradas y vividas.
En este momento, alrededor de mí, se están produciendo muchos cambios: relaciones que se desvanecen, muertes, seres que pa­recen fiables y que, en realidad, son incons­tantes, una profundización de los recursos y los beneficios de la soledad, una reconcilia­ción con mi cuerpo que se estaba cansando de advertirme que debía estar más atento e inclusive ser más benevolente con él. Intento saborear la vida con lucidez y ternu­ra, como un regalo que se renueva cada día. Avanzo teniéndome lo más erguido posible, aunque una de mis piernas se arrastre un po­co, le doy coraje para que siga acompañán­dome. Tenemos tantas cosas para descubrir.

¿Qué es la ecología de las relaciones?
Salomé responde: "Es el sistema de comunicación basado en las posibilidades de aceptar confrontaciones lúcidas, con posicionamientos claros, a fin de que cada uno se sienta pleno. Una comu­nicación alimentada de la capacidad real de poner en común diferencias y complemen­tar/edades. La ecología relacional está ba­sada sobre la puesta en marcha de un conjunto de normas de higiene relaciónales, se la podría enseñar en la escuela como una materia más, del mismo nivel que las mate­máticas, la geografía, la biología o la histo­ria. Todo ello para privilegiar una escucha posible de las necesidades vitales y de las necesidades relaciónales de cada ser huma­no, para favorecer las relaciones no violen­tas entre los humanos, bajo el modelo de un equilibrio -que debe ser creado cotidiana­mente- entre pedir, dar, recibir, rechazar. Una dinámica que desarrollará en las muje­res y en los hombres de hoy en día, la capa­cidad de proponer relaciones de reciproci­dad, en las que cada uno de sus protagonis­tas podrá vivir la tolerancia, la aceptación de las diferencias, el respeto de sí mismo y del otro, un mínimo de compasión y de es­cucha. Escribí un libro de 300 páginas so­bre estos conceptos: 'Para no vivir más so­bre un planeta mudo', de Editorial Albín Michel. El modelo supone un cambio de nues­tra relación no sólo con los demás seres hu­manos, sino con las diferentes especies ani­males, con la flora, con los espacios que de­bemos proteger, con todo lo que está vivo en nuestro planeta; es una aceptación de la biodiversidad, una búsqueda más amplia para implantar un desarrollo durable".

Su obra reciente
Publicado en Francia en septiembre del 2008, el libro ¿A quién haría su­frir siendo yo mismo?, Editorial du Relie, está ubicado entre los más vendidos de su país. Además, Jacques Salomé formó parte de los 60 psicólogos representados en la reciente obra "Vivir mejor mi vida", ba­jo la dirección de Sylvie Ángel, Larousse Psi­cologías, 2008-10-29. Otros títulos son: El coraje de ser tu mismo, Ed. du Relie; Creí que era suficiente con amarte; ¿Por qué es tan difícil ser feliz?. Más información: www.j-salome.com

1 comentario:

  1. Hola Ruben! Nos produjo una alegría enorme conocer el blog y estamos prestos para lo que necesites. Es admirable como ejerces la responsabilidad de la "Comunicación" permanente y rítmica de Valores y la guía tan necesaria para tantas almas que despiertan a la luz con esta tarea. Un gran abrazo de nuestra parte. Beto y Ari

    ResponderEliminar