miércoles, 27 de enero de 2010

Reflexiones para Vivir una Vida Sana








Hay una analogía: la del automóvil con palanca de cambios.
Supongamos que yo le vendo a alguien un auto con palanca de cambios y la persona que me compra el auto siempre manejó autos automáticos o sea que no tiene idea de cómo usar el embrague y la palanca de cambios. Obviamente cuando arranque el auto y ponga “primera”, éste no va a moverse en forma automática, sino que dependerá del uso del embrague. Como el conductor en este caso no tiene idea de cómo funciona, el auto andará a los saltos, se parará el motor, harán ruido los engranajes de las marchas, etc.



Después de dos semanas de maltratar al auto, la transmisión dejará de funcionar y habrá que llevar el vehículo al mecánico. El mecánico (en nuestra analogía el médico) mira el auto (el enfermo) y dice: “hay que cambiar el embrague (la medicina) porque está roto (el diagnóstico)”. En ningún momento se le ocurre preguntarle al conductor cómo usa el embrague y la palanca de cambio (medicina preventiva).
Pasan dos semanas y nuevamente, debido al mal uso del auto, el embrague se vuelve a romper y nuevamente hay que llevarlo al mecánico, quien dice que hay que cambiar el embrague y sin saber qué es lo que lo causa, el mecánico determina que es una falla de fábrica del auto (una enfermedad crónica). De ahora en más el auto tiene que ser reparado cada dos semanas (medicación de por vida).

El problema es el siguiente, si le enseñan a la persona como usar el embrague, éste no se volverá a romper, pero al mismo tiempo no le van a poder vender más embragues (ganancia de los laboratorios farmacéuticos). La analogía es la siguiente: el 90% de las enfermedades del corazón son ocasionadas por la falta de cuidado del paciente (o sea el conductor del vehículo). ¿Y qué nos dice el médico?: “usted tiene un corazón débil, tiene las arterias tapadas, la presión alta… y éstos son los medicamentos que tiene que tomar para poder seguir funcionando”, pero nadie le enseña al paciente cómo ser un buen conductor de su propio vehículo, no es un buen negocio.

Pero hay otros muy buenos médicos que en vez de prescribir medicamentos, enseñan al paciente como conducir su propio vehículo y la diferencia en los resultados es enorme. En la medicina convencional, si le dan al paciente drogas y logran parar la enfermedad, lo llaman éxito. Aquellos médicos que conozco, dejaron de darles a los pacientes drogas y no sólo la enfermedad desapareció sino que se regeneraron los órganos que estaban afectados.

Nuestras comunidades celulares
Todo lo que necesitamos para sobrevivir, nuestras células también lo necesitan, porque estamos alimentando células. Las células necesitan oxígeno, comida, despojarse de residuos, la temperatura correcta, un medio ambiente propicio, y eso es exactamente lo que el ser humano necesita porque tiene 50 billones de células y todas necesitan lo mismo. Entonces si observamos cómo la célula vive su vida y vivimos nuestra vida de la misma forma, estaremos viviendo en armonía con nuestras células mucho más que como vivimos ahora.


Si pensamos que somos seis mil millones de personas viviendo en el mundo peleándonos por sobrevivir y lo comparamos con los 50 billones de células que viven en nuestro cuerpo en total armonía hasta que nos morimos, nos daremos cuenta que algo estamos haciendo mal.


Si analizamos esto veremos que en nuestro cuerpo cada célula tiene trabajo, recibe un salario, tiene cobertura médica, el dinero extra (energía) vuelve a la comunidad, y esto sin ser comunismo, porque no todas las células reciben el mismo salario.

Es necesario comer lo que se necesita, no lo que se quiere
Las células de la piel no reciben la misma cantidad de dinero (energía) que las neuronas, las neuronas están mejor pagas porque tienen un trabajo más grande. Pero el punto es que todas las células reciben los elementos básicos para una vida feliz y ordenada. A ninguna le falta nada, comen lo que necesitan, no lo que quieren. Y la realidad nos indica que nosotros vivimos en un mundo en donde hay hambre y al mismo tiempo tenemos tanta comida que nos estamos matando solamente por comer en exceso, esa es la principal razón por la que nos morimos jóvenes. Estamos comiendo los radicales libres de nuestra propia digestión que es lo que nos mata. Quiero agregar que nosotros deberíamos vivir hasta alrededor de los 140 años de vida y la razón por la cual no lo estamos logrando es porque nuestra dieta nos está matando y por el estrés. Debemos volver a la dieta de nuestros ancestros, cuando no había supermercados y todo era más simple y en menor cantidad. Es la cantidad de comida que ingerimos lo que nos está matando. No necesitamos toda esa comida para sobrevivir porque nosotros absorbemos energía de la atmósfera. Somos como máquinas Tesla, que se cargan con la energía del medio ambiente.

Podemos crear o curar un cáncer con nuestra forma de vida
La epigenética está sacando a la luz nuevas complejidades en relación a la naturaleza de las enfermedades, incluyendo el cáncer y la esquizofrenia. Básicamente la vieja creencia dice que genes defectuosos generan enfermedades. En la actualidad sabemos que la epigenética modifica la lectura del gen. La epigenética puede modificar el gen y crear 30.000 variaciones diferentes del mismo gen. Lo que significa que uno puede venir con un buen gen y crear una variación que es mutante o puedes venir con una variación mutante de un gen y crear una variación que es saludable. O sea que en la vieja versión nosotros somos los genes, pero en la nueva versión “nosotros somos el resultado de lo que escribamos en nuestros genes”. Con esto quiero decir que la mayoría de los diferentes tipos de cáncer son epigenéticos, las personas no traían genes malos, fue su estilo de vida y su conducta lo que causó que los genes se leyeran en forma defectiva porque modificaron su lectura influenciados por la epigenética, pero en forma negativa. O sea que podemos causar un cáncer con nuestra forma de vida, como también podemos curar un cáncer con nuestra forma de vida cambiando nuestro programa. La diferencia está en que si los genes nos controlan, como dice la vieja teoría, entonces somos víctimas porque no los elegimos y no los podemos cambiar. Cuando nos enteramos que alguien en nuestra familia tuvo cáncer, inmediatamente pensamos que vamos a tener cáncer. La nueva ciencia nos dice que tenemos un grupo de genes programados pero podemos reescribir lo que nosotros queramos y si estamos en el medio ambiente correcto y tenemos el apoyo correcto, podemos tener genes mutantes, reescribirlos y convertirlos en normales. Pero la situación que la mayoría de la gente está experimentando es que vinieron con genes normales y terminaron alterándolos con su estilo de vida creando una lectura negativa de los mismos. A la vez manifiestan una realidad negativa basada en la visión negativa que tienen.

Es como en el caso de alguien que tiene un padre diabético o una madre con cáncer o que sufrió un ataque al corazón y piensa todo el tiempo que le va a pasar a él también porque lo asocia con algo hereditario. La creencia es la que genera las enfermedades y la profesión médica promueve también lo mismo, con lo cual lo hace aun más grave porque ahora lo está diciendo un profesional, ya no es más una idea del paciente. A muy temprana edad hemos aprendido que lo que un profesional nos dice, como en el caso de un médico, es verdad, sin cuestionarlo. ¿Qué pasa entonces cuando un médico nos dice que nos vamos a morir en una fecha determinada, ya sea en dos meses o en seis meses? Bueno, nuestra mente subconsciente nos dice, “El doctor siempre tiene razón, es un profesional”. Lo que nos haya dicho ahora está en nuestro subconsciente y éste manifiesta exactamente lo que el médico nos dijo. Es el llamado efecto nocebo, contrario al efecto placebo. El efecto nocebo o sea una creencia negativa que causa la enfermedad. Ahora, ¿Cómo es que los médicos son tan exitosos en diagnosticar cuándo va a morir el paciente que tiene cáncer? La respuesta es que ellos no adivinaron nada, solamente enunciaron una fecha que se calcula por la continuidad de la forma en que ha sido tratada la enfermedad del paciente y los resultados negativos obtenidos hasta ese momento. El paciente generó una creencia y esa creencia es la que lo termina matando, a menos que se permita cambiar su forma de pensar con respecto a su enfermedad y se dé la oportunidad de curarse. Así actúa la remisión instantánea en una enfermedad terminal, la cual está totalmente ignorada por la medicina tradicional.

Los pensamientos positivos
Muchas veces la gente quiere cambiar cosas en su vida con pensamientos positivos o afirmaciones como por ejemplo: “quiero estar sano” o “quiero una buena relación de pareja”, pero para la mayoría de la gente esto no funciona y a la vez los frustra porque piensan: “si los pensamientos positivos les funcionan a otras personas, ¿Por qué no me funcionan a mi?”. El problema es que los pensamientos positivos vienen de la mente consciente y esta actúa el 5% del día. Ahora, la mente subconsciente está actuando el 95% del día, entonces tenemos una vida en donde el 5% del tiempo tenemos pensamientos positivos y si tenemos el subconsciente programado con ideas contrarias a lo que queremos manifestar conscientemente, el desbalance entre lo que queremos y lo que tenemos grabado en el subconsciente es enorme. A esto hay que agregarle que la mente consciente puede percibir 40 estímulos por segundo mientras que la mente subconsciente percibe 40 millones por segundo o sea que es un millón de veces más poderosa y ¡actúa el 95% del tiempo!. Ante semejante diferencia es imposible creer que si la mente consciente y la subconsciente no están alineadas, los pensamientos conscientes positivos puedan generar un cambio satisfactorio en nuestra realidad. Pero si tenemos una mente subconsciente que está de acuerdo con nuestros pensamientos positivos conscientes, entonces ambas mentes están en armonía y el cambio se manifiesta.