miércoles, 13 de mayo de 2009

“El Bien Ser y Hacerlo Bien”


Conferencia dictada en Buenos Aires por el señor Carlos Kasuga Osaka,
Director General de Yakult, S. A.

CARLOS KASUGA OSAKAKasuga, un empresario mexicano, hijo de padres japoneses es Contador Público graduado en la Escuela bancaria comercial. Actualmente se desempeña como Industrial. Preside el Consejo Directivo de Distribuidora Kay, empresa dedicada a la manufactura de juguetes inflables. Preside además el Consejo Directivo de la empresa “Yakult”, compañía que elabora productos lácteos fermentados, y dirige “K Line” de México, firma de transporte marítimo. Como parte de sus actividades socio-culturales, Carlos Kasuga preside el Consejo de la Fundación Grupo Alimentaria y el Instituto Internacional de Ciencias de la Vida (Asociación civil que opera en México). Fue presidente de la Asociación Mexicana Japonesa, del Liceo Mexicano Japonés y de la Federación Panamericana de la Leche.Ex-presidente y Presidente Honorario de la Asociación Panamericana Nikkei (APN).


"Soy hijo de inmigrantes japoneses que en los años 30 tuvieron la gran visión de escoger esta tierra (México) y con moldes japoneses me hicieron. Fabricantes japoneses pero ensamblado en México. El tema que me designaron el día de hoy, trabajo en equipo, es muy común en Japón. Me lleno de mucho orgullo y esperanza que existan jóvenes que traten de luchar por ser empresarios y no estudien para buscar empleo en otro lado.

Japón es un país del tamaño de Chihuahua con Aguascalientes juntos (2 estados mexicanos), pero tiene 124 millones de habitantes, tiene los 10 bancos más grandes del mundo, tiene el índice educativo y de longevidad más alto del mundo, tiene el índice de criminalidad más bajo del mundo y su producto nacional es igual a lo que producen Francia, Inglaterra y Alemania juntas.
¿A que se debe esa gran productividad?, es una gran historia, una gran tradición. Les voy a dar unos "items" para que sean magníficos empresarios en esta nación. Analizando las diferencias entre Japón y México veo tres diferencias importantes: La educación, la religión y la actitud hacia la vida misma y la naturaleza.

Existen cuatro pasos para ser un empresario de excelencia. Estos pasos son:
1. El bien ser.
2. El bien hacer.
3. El bien estar.
4. Y el bien tener.

El "bien ser": Honesto, puntual y disciplinado. Por ejemplo: aquí hay cerca de 600 personas. Si el conferencista llega 10 minutos tarde, estamos perdiendo 6,000 minutos en esta nación. Por eso no se puede jugar con el tiempo y menos con el tiempo de las demás personas.
El principio fundamental del respeto: si no es tuyo deber ser de alguien. Si esta lapicera te la encontraste en un escritorio debe ser de alguien, entonces devuélvela. Si te encuentras un reloj o un anillo y no es tuyo, debe ser de alguien, si te encuentras una cartera tirada en la calle y no es tuya, debe ser de alguien y si te encuentras en una fiesta una señora, y no es tuya debe ser de alguien.

Les voy a comentar como conseguí a mi gente. Compraba yo el diario que venden los muchachos en la tarde. Les daba yo $100 pesos y me tenían que devolver $99.20. Muchos no me lo devolvieron, pero los que me lo devolvieron son los que actualmente tiene un porvenir, son ellos los actuales ejecutivos y directores de mis empresas, por eso yo tengo tanta fe en este país, porque la gente con la que trabajo sabe trabajar en equipo.
El "bien hacer": Haz las cosas bien, si vas a nadar hazlo bien, y si vas a estudiar hazlo bien. Las gentes que son un "bien ser" y dan a la familia y a su escuela más de lo que recibieron, llegaran al tercer paso: el "bien estar", y quienes siguen estos tres pasos en este orden, tarde o temprano llegaran a lograr un "bien tener".

ACTITUD ANTE LA NATURALEZA:
En cada acto importante de la vida, planta un árbol: cuando se casen planten un árbol, cuando nazca un hijo tuyo planta un árbol, cuando entres a la primaria planta un árbol, antes de cualquier evento realmente importante, planten un árbol. Si tu padre y tu mamá plantaron un árbol cuando naciste, a ese árbol que tiene ahora unos 20 años, a ese árbol lo quieres. SI, realmente si, porque significa mucho para ti. Pero si aquel árbol lo siembra el gobierno, me importa un comino y es el mismo. Es por eso es importante que cada quien hagamos nuestras propias cosas, para que las amemos.

Por eso la juventud tiene que ser emprendedora. Nos quejamos de la contaminación de la erosión de la República, pero si cada quien plantara un árbol en cada momento importante de su vida, México sería otro.

La RELIGION: En un programa de televisión el periodista me preguntó, ¿Cuál es la diferencia entre los trabajadores japoneses y los mexicanos? Después que los japoneses terminaron de cuchichear, se levantó el jefe y les dijo:
"Hemos visitado muchas empresas mexicanas y creemos que el trabajador mexicano es mucho más hábil, pero el día de hoy terminamos de estar en los barrios y nos hemos dado cuenta por qué las relaciones entre los obreros y la empresa son tan diferentes. Lo que vivimos en los barrios, es que los dos pueblos son iguales: les gustan las peregrinaciones, las tamboras, los amuletos, los cuetes, etc., pero ustedes van a los templos a pedir y a esperar, y en el Sintoísmo (nuestra Religión) nosotros vamos a ofrecer. Por eso, nos hemos dado cuenta que los sindicatos mexicanos presentan pliego de peticiones y los sindicatos japoneses presentan pliego de ofrecimientos, ¡Pequeña pero gran diferencia!. El pliego de ofrecimiento, ¿a qué me refiero con esto? Si fabricarnos 1000 Toyotas ofrecemos el año entrante fabricar 1200, y preguntan ¿qué ofrece la empresa?. Tenemos 5% de errores en la producción, ofrecemos reducir al 3 %, ¿qué ofrece la empresa?. Y en base a esos ofrecimientos, las empresas japonesas han logrado un error 0, calidad total y "Just in time" o "Justo a tiempo". Con pliego de peticiones no es posible. Piden mas días no laborables, más vacaciones, más aguinaldo, que mi cumpleaños me lo paguen triple.

ACTITUD ANTE LA VIDA MISMA: El elefante del circo levanta la trompita y ¿por qué no se escapa siendo un elefante?, ¿por qué no es libre como los otros elefantes? Porque le pasa lo que a muchos de nosotros nos pasó cuando éramos pequeños. A ese elefantito de pequeño lo tenían atado con una cuerda a la patita y el quería ser libre y tiraba y tiraba, quería ser libre. Se lastimó la piernita, le sangró y ya después le salió un callo y no solo en la patita, sino también en la cabeza, de que “yo no puedo ", y ya no puede.
Y así hay muchos jóvenes que llegan a tener 20 años y que ya son adultos y tienen la credencial para poder trabajar pero "ya no pueden". ¿Por que desgraciadamente no pueden? Porque desde chiquitos estuvieron escuchando todos los días: eres un bruto, eres la vergüenza de la familia, eres un malcriado, siempre te reprueban.

Entonces, ese joven llega a ser grande y como el elefante, a determinada hora nada mas sale a trabajar, da las vueltas que tiene que dar, ni una más ni una menos, mueve la trompita, termina y se lo llevan a la paja y alguien le trae de comer. Y así son muchos empleados que nada mas hacen lo esencial.

Quiero terminar con un cuento que me contó mi padre, dice así:
"Había un bosque en el que vivían muchos animalitos. De repente este bosque se empieza a incendiar y todos los animalitos empiezan a huir. Solo hay un gorrioncito que va al río, moja sus alitas, vuela sobre el bosque incendiado y deja caer una gotita de agua, tratando de apagar el incendio. Va al río moja a sus alitas, vuela sobre el bosque incendiado y una o dos gotitas de agua deja caer, tratando de apagar el incendio. Pasa un elefante y le grita al gorrioncito: No seas tonto!. Huye como todos! No ves que te vas a achicharrar!,
El gorrioncito se da vueltas y le dice No!, Este bosque me ha dado todo, familia, felicidad, me ha dado todo y le tengo tanta lealtad que no importa que muera pero yo voy a tratar de salvar este bosque.
Va al río sus alitas y revolotea sobre el bosque incendiado y deja caer una o dos gotitas de agua. Antes esta actitud los dioses se compadecen de el y dejan caer una gran tormenta y el incendio se apaga. Y este bosque vuelve a reverdecer y a florecer y todos los animalitos regresan y vuelven a ser felices, más felices de lo que eran".


Jóvenes, yo comparo este bosque con mi México, tal vez estemos en un gran incendio, en una gran crisis, política, social, económica y moral, pero yo les pido a ustedes que todos los días, dejemos caer una o dos gotitas de sudor y de trabajo. Si así lo hacen!, México se los agradecerá y Dios los bendecirá”

lunes, 11 de mayo de 2009

Ser Padres


Por Torkom Saraydarián

extraído de "La mujer antorcha del futuro" Editorial Kier


Cuando decimos "padre" no nos referimos a una ley biológica o fisiológica. Se podrá engendrar un hijo, pero no se podrá ser un padre a menos que se tenga responsabilidad y consciencia que den el derecho a ser llamado "padre". La paternidad es completa cuando el padre no sólo participa en la acción para producir un ser físico, sino cuando también ayuda a que nazca la naturaleza emocional, mental y espiritual de su hijo.


Un hombre debe estar calificado para ser padre de verdad. La paternidad le da a un hombre oportunidad para que aporte lo máximo, para hacer que se esfuerce, para que convierta su vida en un campo de servicio y un modo de satisfacer las nece­sidades de la gente que lo rodea.
Tratando de satisfacer las necesidades de los demás un pa­dre avanza por su sendero evolutivo. Es por eso que los Gran­des, al hablar de la paternidad, dijeron que la máxima escuela de un hombre es su familia y que la familia es sagrada. Es im­portantísimo que el hombre, en su hogar, en sus relaciones con sus hijos y su esposa, atraviese esa disciplina para que la piedra preciosa que hay en él empiece a irradiarse muy lenta­mente hacia afuera.

Un hombre puede ser una persona muy egoísta, o muy buscadora de placeres, o incluso muy holgazana, etc. Pero cuando se casa y asume su responsabilidad con real consciencia, con su sentimiento y su corazón, entonces ese hombre transforma su naturaleza, y la paternidad se convierte para él en una escuela.

Luego que el hijo cumplía los tres años de edad, el deber del padre era ponerlo en contacto con la naturaleza, los lagos, ríos, océanos y bosques, e inspirar al niño con la belleza de aquélla. Su siguiente deber consistía en criar al niño espiritualmente, tratando de enseñarle lo básico del Alma y educar al niño en las siguientes virtudes:

Valentía
Osadía
Paciencia
Gentileza
Generosidad
Sacrificio
Servicio
Nobleza
Gratitud

Se le enseñaba esto mediante parábolas y anécdotas que el niño recibía de los mayores de la comunidad, de sus padres y maestros. Al niño se lo instruía en juegos y deportes, o creando condiciones adecuadas y estimulando las virtudes desde su corazón.

En las comunidades, los padres tenían grandes responsabi­lidades y deberes. La primera responsabilidad era que el padre debía ser sano. Muchos padres no se preocupan por sus cuerpos físicos. Beben, desperdician sus energías, contaminan sus pul­mones, y derrochan su tiempo y su dinero. Un padre tenía que mantenerse realmente sano para que pudiera cumplir con todas sus otras responsabilidades y deberes con su familia.

La segunda responsabilidad era la preparación emocional y mental. Esto es muy necesario si un hombre va a ser padre. De­berá estar emocionalmente maduro. Amorosa bondad, pacien­cia, valentía, gratitud y nobleza: estas cosas deben ser desarro­lladas en el hombre. En lo mental, esperábase que el hombre tuviera aguzadísima aptitud para observar, discernir y rela­cionar. También se esperaba que tuviera honradez intelectual. Los antiguos creían que la educación sola no podía crear un hombre mejor, pero que sí lo podían la observación, el pensar y el discernimiento. A la gente no le impresionaban los títulos y antecedentes educativos, pero la honradez, el poder de ob­servación, la lógica, y el pensamiento claro eran de suma im­portancia.

La tercera responsabilidad del padre atañe a finanzas y dinero. Muchos padres presentan fallas en este ámbito. Al­guien se casa y no tiene ingresos. En la preparación para el casamiento, deberá haber un ho­gar decente. Es muy necesario que el hombre provea esto. Cuando sus hijos nazcan y crezcan, estos padres se verán obligados a satisfacer las constantes necesidades de aquéllos en cuanto a ropas, habitación, educación escolar, etc. Y si los padres no satisfacen estas nece­sidades, sus hijos se convertirán en cargas para la sociedad.

Esta es la base: la responsabilidad del padre es sostener financieramente a la familia. Deberá conocer el arte de las fi­nanzas; debe tener aptitud para mantener una familia, ser un comerciante u otra cosa. Deberá ganar dinero hon­radamente para proveer adecuadamente a su esposa y a sus hijos.

He visto muchas familias en las que el hombre no podía sostener a la esposa y a los hijos. Estas familias están llenas de emociones desbordadas, odios, riñas por dinero, peleas, conflicto y caos. Tales familias no son familias verdaderas. En semejante atmós­fera, lo que realmente se crea son problemas futuros no sólo para uno mismo sino también para el futuro de los hijos y los nietos. En semejante atmósfera, la salud física, emocional y mental de los hijos sufre tremendamente. Y si no se provee a las necesidades físicas de los hijos, después habrá que poner montones de dinero en hospitales para ellos. O si se eluden o ignoran sus problemas mentales, será uno mismo quien cree el caos para sí y para ellos.

La cuarta responsabilidad es el arte de la comunicación. ¡Esto es tan importante! He visto familias que eran bellísimas y materialmente ricas, pero no tenían comunicación entre sus integrantes. Por ejemplo, un hombre era un ingeniero muy des­pierto que llevaba montones de dinero a su casa. Solía comuni­carse con su esposa y sus hijos como un toro: "Eh, dame de comer, etc., etc." Luego se sentaba, comía, miraba la televisión y dormía.

Los antiguos veían cuan importante es que un padre se sien­te con su esposa y comparta bellezas y verdades mentales, espi­rituales, sociales y universales acerca de la vida. La esposa tra­baja todo el día en el hogar, o fuera del hogar, y cuando su esposo vuelve a casa, está enterrado en sus dólares o en su tra­bajo.
¡Déjame en paz ya! —chilla él. Y la pobre esposa, incluso sentada a la mesa donde están cenando, lo mira para cambiar ideas sobre varios acontecimientos, etc., pero él no está allí mentalmente. Está en los dólares. Está en su negocio, o en su trabajo, o,.. ¿Y qué ocurre? El corazón de la esposa se enfría lentamente cada vez más, y de a poco todo se destruye. Por­que no debemos olvidar que la esposa es el timón de la familia. Por eso es tan importante el arte de la comunicación.
Es especialmente importante que el padre se siente con sus hijos y converse con ellos, que pase el tiempo con ellos. Una muchacha mencionaba que cada vez que iba a ver a su padre, éste le daba dinero pero no le brindaba su tiempo. Ella decía que no quería su dinero sino una oportunidad de pasar un rato con él, de estar con él, de hablar con él.
Un padre no sólo deberá procrear un hijo, sino que debe­rá crear también un ámbito de instrucción, una circunstan­cia, para que este hijo pueda florecer en plenitud.

Las personas que se diplomaban en el curso de responsabi­lidades de cinco puntos que se ofrecía en los monasterios y escuelas ponían en práctica su conocimiento. Recuerdo al pa­dre de un niño de ocho años que un día hablando acerca de cuan importante es preparar a los hijos en ciertas virtudes, me dijo: —Debo brindarle mi tiempo a mi hijo pues él es un regalo especial para mí y quiero verlo florecer plenamente. Si usted observa a perros, gatos u otros animales, advertirá que a sus ca­chorros les brindan su tiempo para educarlos, volverlos audaces, valientes, despiertos... También debemos brindarles nuestro tiempo a nuestros hijos para enseñarles cómo ser intrépidos pero cautos, amorosos, ahorrativos pero generosos, confiados pero con agudo discernimiento...
A los niños se les consagraban horas y horas para volverlos valientes, cautelosos y llenos de diferentes virtudes. Psicológicamente, es por eso que la base deberá ser la comu­nicación. Cómo establecer relaciones con la esposa, con los hi­jos. Tal vez el hijo esté totalmente fuera de control, pero si se tiene el arte de la comunicación, se encontrarán modos y medios para introducir en el caos que hay en él, algún género de orden. El arte de comunicarse es importantísimo.

La quinta responsabilidad del padre es darle al hijo un ideal espiritual. Si no hay ideal, también se destruye la fami­lia. Muchas veces hemos observado que ocurre esto. Por ejem­plo, un médico se casó con una bella bailarina. Tuvieron tres hijos, y la vida de ellos giraba en torno de comer, beber y viajar a Las Vegas. Un día, hablando con él, le pregunté: — ¿Hay algún ideal que usted se esté empeñando física, emo­cional y mentalmente en hacer florecer en su familia? Si usted tiene un ideal, si su familia tiene un ideal, entonces ese ideal le contempla, como el Sol brilla sobre el pimpollo y abre sus pétalos... usted se abre hacia la belleza de un ideal.
Me dijo que no sabía de qué le estaba hablando porque él sostenía a su esposa y a sus hijos y ellos tenían lo mejor que el dinero podía comprar; cada uno tenía su aparato de tele­visión, y la heladera estaba siempre llena con la comida que quisieran. El estaba ganando mucho dinero, tenía asegurada la vida y todo estaba en orden. Le mencioné que el seguro no sostenía su vida, pero él me dijo que todo estaba bien.
¿Qué ocurrió? La esposa, en uno de sus viajes semanales a Las Vegas, se enamoró de otro hombre, y el médico se ena­moró de otra mujer. Se destruyó el hogar. Cuatro o cinco años después, eran dos desgraciados y provocaron indecibles aflic­ciones a sus hijos.

Si una familia no tiene un ideal, esa familia, a su tiempo, se destruye. Una familia debe empeñarse en procura de un ideal y de metas espirituales, de metas de belleza, metas de servicio. Pero que la familia sea servidora de algo: servidora de nuestra necesidad nacional, de nuestra necesidad interna­cional, de hospitales, de organizaciones filantrópicas, etc. Que la familia se reúna y cree un proyecto porque lo qué se en­tendió siempre como el más grande amor es el amor que se crea en la época de la cooperación en favor de un plan. Cuando nos sentamos alrededor de una mesa y cooperamos, desarro­llamos un amor y una comprensión que superan todos los sen­timientos físicos y sexuales. Entonces, nos entendemos y nos sacrificamos unos por los otros.

Yo estaba aconsejando a unas parejas a punto de divor­ciarse. Lo primero que prescribía a cada pareja era que hicie­ran algo juntos, un proyecto, un deporte, o que tan sólo juga­ran juntos. Luego, poco a poco empezaban a hacer cosas juntos, como leer o meditar. Les dije que se aproximarían más cuando empezaran a hacer estas cosas juntos.
Los antiguos sugerían que si alguien quería casarse, antes del matrimonio tenía que tener un proyecto con su compañero. En ese proyecto aflorarían las cualidades de cada uno de ellos y, entonces, podrían considerar la posibilidad de vivir en pareja. Si esa pareja no podía soportar el estar juntos durante diez mi­nutos, entonces sabría que no se podría soportar en el matri­monio. Los antiguos querían que los jóvenes pasasen un tiem­po juntos y forjasen un proyecto para que pudieran observar cómo funcionarían en pareja y, recién entonces casarse. De este modo averiguarían si físicamente sus gustos eran parecidos y si podían marchar juntos emocional y mentalmente.

La sexta responsabilidad' del padre es ser un ejemplo. A veces esto falta en la familia. Un hombre puede tener bellas características, incluso visión espiritual, pero si sólo habla de estas cosas y no las practica en sus acciones, no es un ejemplo.
Un hombre llevó a su hijo de nueve años a ver a un Sabio porque el niño lo único que hacía era mentir todo el tiempo. El hombre le dijo al Sabio: —Dile que lo sabes todo acerca de él, que miente y miente.
El Sabio replicó: —¿Quieres que yo también mienta? Aho­ra sé que tú eres el que le está enseñando a mentir.
Suena el teléfono y el papá le dice al hijo: —Contesta, pero di que no estoy aquí porque no quiero hablar con nadie.
El niño atiende y dice: —Papá no está aquí.
Cuando al hijo o a la hija se le enseña a mentir, va a mentir permanente y continuamente. De modo que la primera cosa importante es que el hombre debe ser un ejemplo en su hogar.

El padre deberá ser cuidadoso, pues los hijos y la esposa buscan en él el ideal. Recuerdo una ocasión, en Jordania, durante la revolución; volaban las bombas y todo era un caos. Algunos nos escondimos en una cueva; entre nosotros había un padre y su hijito. Cuando cesó el bombardeo y pasó la señal de peli­gro, salimos de la cueva. Le dije al niño: —¿Tuviste miedo?
—No —me dijo—. Papá estaba conmigo
. ¡Cómo idealiza ese hijo respecto de su padre! Y esa idealización es también expectación. El padre se convierte en algo sobre lo cual el hijo sostiene sus ideales futuros.

La séptima responsabilidad es la vida creativa que tenga el padre. ¡Es tan importante la creatividad! El padre debe ser una persona creativa, creativa en los negocios, en el hogar, en su aptitud para arreglar cosas y adaptarlas. Por ejemplo, la cañe­ría no funciona bien, y porque papá es creativo podrá arreglar­la. Cuelga cortinas, alfombra. Pinta. Toca un instrumento mu­sical, canta. Cuando el padre crea, despierta en sus hijos el ge­nio creador. Sus hijos se le asemejan. Si el padre más bien suele beber cerveza y llama a un plomero para que le arregle una canilla, entonces su hijo hará lo mismo. La creatividad produ­ce mayor creatividad en los hijos, y sólo una familia creativa es una familia realmente feliz.

Si en la familia no hay creatividad, no hay alegría. Cuan­do la creatividad entra en la familia, esa familia es alegre. Esa alegría es la máxima vitamina para los hijos. Cuando éstos están física y emocionalmente enfermos y no están "cohesionados" eso es habitualmente el resultado de la falta de alegría en el hogar. Pueden tomar montones de píldoras y vitaminas, pero eso no ayuda porque falta la mejor vitamina: la alegría.

En las comunidades, creían que si uno se sentaba a la mesa y comía sin alegría, sería difícil digerir la comida. La alegría digiere la comida y crea equilibrio en nuestros órganos y en nuestra aura. Es por eso que los círculos religiosos suelen dar las gracias antes de comer. ¿Qué es dar las gracias? Es retirar la atención de todos nuestros problemas y poner nuestra mente en paz y en bendiciones. Pero si nos sentamos allí después de dar las gracias y el esposo empieza a hablar sobre qué conflictivo es su trabajo y cómo lo tratan, o la esposa se queja porque el hijo destruyó la ventana del vecino, o porque la heladera no funciona, entonces ¿qué ocurre? Nuestro estómago no podrá digerir. ¡Dar las gracias crea una atmósfera de paz en la que a la la comida se la puede masticar, digerir y comer con gusto, alegría, goce y gratitud!

Estas son, pues, las principales responsabilidades del pa­dre. ¿Y cuál es la respuesta de los hijos al padre? Respeto y gratitud.
Si un niño o Una niña proyecta tal emoción y tal pensa­miento de amor y aprecio hacia el padre, ese padre cambiará totalmente. También creará un tremendo cambio en los pa­dres que no han estado cumpliendo con sus deberes. Todos los papas necesitan amor.


La energía de la humanidad es la familia. El respeto de un hijo significa ver lo más elevado en su padre y tratar de reflejar eso que es lo más elevado en su vida. "Sé que papá hizo tonterías y a veces no fue justo conmigo, pero es mi papá y ¡también hizo muchas cosas bellas!" ¡Vea­mos algo bueno y concentrémonos sólo en esa cosa buena! Re­flexionemos una y otra vez en una cualidad bella que veamos en nuestro padre.
Durante su agonía, un padre convocó a sus tres hijos.

Les dijo: —Hijos míos, tráiganme diez varitas.
Se las trajeron. Entonces le dijo al mayor- —Toma una y pártela.
El mayor la tomó y la partió.
—Bien, hijo... —dijo el padre, y pidió que los otros dos hi­cieran lo mismo. Luego les pidió que juntaran las varitas restan­tes. Lo hicieron. Entonces, el padre les dijo: —Ahora, pártanlas.
No pudieron quebrar esas varitas al estar todas juntas. El mayor lo intentó pero no pudo. Luego lo intentó el hijo siguien­te, y tampoco. Entonces el más joven hizo su intento, y tam­poco pudo quebrar las varitas así reunidas.
El padre entonces les dijo: —Si ustedes están unidos en la vida, nadie los podrá separar. Estén juntos, interiormente y en su vida de relación. Si están juntos emocional, mental y espiritualmente, nadie los podrá separar. Si están juntos en familia, esa familia será fortísima y bellísima. No los podrán partir ene­migos, odios, celos ni chismes. Ustedes son fuertes.

viernes, 8 de mayo de 2009

Los buenos padres conversan, los padres brillantes dialogan.


Por Augusto Cury

Este hábito contribuye
a desarrollar la solidaridad, el compañerismo, el placer
de vivir, el optimismo, la inteligencia interpersonal.


Los buenos padres conversan, los padres brillantes dialogan. Entre conversar y dialogar hay un gran va­lle. Conversar es hablar sobre el mundo que. nos rodea, dialogar es hablar sobre el mundo que somos. Dialogar es contar experiencias, es secretear sobre lo que está ocul­to en el corazón, es penetrar más allá de la cortina de los comportamientos, es desarrollar inteligencia inter­personal.
La mayoría de los educadores no logra atravesar es­ta cortina. De acuerdo con un estudio que realicé, más del 50% de los padres nunca tuvieron el valor de dia­logar con sus hijos sobre sus miedos, pérdidas, frus­traciones.
¿Cómo es posible que padres e hijos vivan bajo el mismo techo por años y sigan completamente aisla­dos? Dicen que se aman, pero gastan poca energía en cultivar el amor. Se preocupan de la pared rajada, de los problemas del automóvil, pero no se preocupan por las rajaduras de la emoción y los problemas de la relación.


Cuando una simple canilla pierde, los padres se preocupan por repararla. Pero ¿pierden tiempo dialo­gando con sus hijos para ayudarlos a reparar la alegría, la seguridad o la sensibilidad que se disipa?
Si tomáramos todo el dinero de una empresa y lo tiráramos a la basura, estaríamos cometiendo un gran crimen contra ésta. Iría a la quiebra. ¿No habremos co­metido este crimen contra la más fascinante empresa social —la familia—, cuya única moneda es el diálo­go? ¿Si destruimos el diálogo, cómo se sostendrá la re­lación "padres e hijos"? Irá a quiebra.


Debemos adquirir el hábito de reunimos por los menos semanalmente con nuestros hijos, para dialo­gar con ellos. Debemos darles libertad para que pue­dan hablar de sí mismos, de sus preocupaciones y de las dificultades de relación con los hermanos y con no­sotros, sus padres. Ustedes no imaginan lo que estas reuniones pueden provocar.


Si los padres nunca les contaron a sus hijos sus sue­ños más importantes, y tampoco oyeron de ellos sus mayores alegrías y sus decepciones más fuertes, conformarán un grupo de extraños y no una familia. No hay magia para construir una relación sana. El diálo­go es insustituible.

Buscando amigos
Hay un mundo por descubrir dentro de cada jo­ven, incluso de los más complicados y aislados. Mu­chos jóvenes son agresivos y rebeldes, y sus padres no se dan cuenta de que ellos están gritando a través de sus conflictos. Los comportamientos inadecuados muchas veces son clamores que imploran la presencia, el cariño y la atención de los padres.


Muchos síntomas psicosomáticos, tales como do­lores de cabeza o abdominales, también son gritos si­lenciosos de los hijos. ¿Quién los oye? Muchos padres llevan a sus hijos a psicólogos, lo cual puede ayudar, pero, en el fondo, lo que ellos están buscando es el co­razón de los padres.


Una sugerencia: si usted está en condiciones, des­conecte la televisión abierta y quédese sólo con los ca­nales de cable. Si toma esta actitud, probablemente se sorprenderá del salto en la relación de sus hijos con sus hermanos y con usted. Serán más afectuosos, dia­logarán más, tendrán más tiempo para jugar y diver­tirse. Verán menos canales con groserías y más cana­les contemplativos, que hablan sobre la naturaleza y ciencias.


¿Y el que no tenga televisión de cable? Aquí va otra sugerencia para todos los padres, todavía más importante que la primera. La llamo "proyecto de educación de la emoción" (PEE): desconecten la televisión du­rante una semana completa cada dos meses y hagan cosas interesantes con sus hijos. Planeen pasar seis se­manas a lo largo del año con ellos. Padres e hijos, aun­que no viajen a lugares lejanos, deben viajar uno den­tro del otro.


Decidan qué hacer. Ir a la cocina juntos, inventar nuevos platos, contarse chistes, hacer teatro familiar, plantar flores, conocer cosas interesantes. Quédense todas las noches con sus hijos durante esas semanas. Hagan del PEE un proyecto de vida.


A pesar de ser especialista en conflictos psíquicos, yo también me equivoco, y no pocas veces. Pero lo im­portante es saber qué hacer con los errores. Ellos pue­den construir la relación o destruirla. Muchas veces, pedí disculpas a mis hijas, cuando exageré en mis con­ductas, hice juicios precipitados o levanté la voz inne­cesariamente. Así, ellas aprendieron conmigo a discul­parse y a reconocer sus excesos.


Algunas personas me vieron tomar esta actitud y quedaron impresionadas. Decían: "¿Cury está discul­pándose con sus hijas?" Nunca habían visto a un pa­dre reconocer errores y disculparse, mucho menos a un psiquiatra. Muchos hijos de psicólogos y psiquiatras adquieren conflictos porque los padres no se hu­manizan, no logran hablarles al corazón y ser admira­dos por ellos.


No quiero hijas que me teman, quiero que ellas me amen. Afortunadamente, nos adoran a mí y a mi espo­sa. Si hay amor, la obediencia es espontánea y natural.


La perla del corazón
Abrazar, besar y hablar espontáneamente con los hijos cultiva la afectividad, rompe los lazos de la sole­dad. Muchos europeos y americanos sufren de profun­da soledad. No saben tocar a sus hijos y dialogar abier­tamente con ellos. Viven en la misma casa, pero viven en mundos diferentes. El contacto y el diálogo son má­gicos, crean una esfera de solidaridad, enriquecen la emoción y rescatan el sentido de la vida.


Muchos jóvenes se suicidan en los países desarro­llados porque raramente alguien entra en su mundo y es capaz de escucharlos sin prejuicios. Existe un con­cepto equivocado en psiquiatría sobre el suicidio. Quien comete suicidio no quiere matar la vida, sino su dolor.


Todas las personas que piensan en morir en el fondo tienen hambre y sed de vivir. Lo que ellas quieren des­truir es el sufrimiento causado por sus conflictos, la soledad que las abate, la angustia que las agobia. Diga esto a las personas deprimidas, y verá brotar la esperanza en su interior. En mi caso, pude ayudar a mu­chos pacientes a encontrar valor para cambiar el rum­bo de sus vidas diciéndoles estas palabras. Algunos en­traban en el consultorio deseando morir, pero salían convencidos de que amaban desesperadamente vivir.


En una sociedad en que padres e hijos no dialogan, la depresión y otros trastornos emocionales en­cuentran un medio de cultura ideal para crecer.


Estamos en la era de la admiración. O sus hijos lo admiran o usted no tendrá influencia sobre ellos. La verdadera autoridad y el sólido respeto nacen a través del diálogo. El diálogo es una perla oculta en el cora­zón. Tan cara y tan accesible. Cara, porque oro y pla­ta no la compran; accesible, porque el más miserable de los hombres puede encontrarla. Búsquela.

Como llegar a ser un Patovica Espiritual


El servicio es el gimnasio del alma. Las personas que llevan a la práctica la ayuda al prójimo en forma desinteresada y consecuente, desarrollan lo que se denomina musculatura espiritual, que no es más que permanecer serenos y expectantes ante las diversas situaciones que generan “puntos de tensión” en el diario vivir y desarrollar las semillas virtuosas que todo ser, por el solo hecho de haber nacido, lleva impresas en su alma. En la cancha se ven los pingos...

“Puntos de tensión” son situaciones comunes y corrientes de la vida cotidiana que algunos, pretenciosamente llaman “pruebas”, pero que, no tengamos duda, nos ponen ante la disyuntiva de abandonar el marco teórico de las frases hechas o los lugares recurrentes del pasado y poner en la práctica la vivencia lúcida y reflexiva que ilustra, corrige y sana. No hay que realizar grandes hazañas para ser un “patovica espiritual”. Veamos esta situación: hay ocasiones en que quisiéramos cruzar hacia la vereda de enfrente porque se acerca alguien con quien no nos hablamos desde hace mucho por algún desencuentro que no fue resuelto en tiempo y forma. Nuestra mente es experta en crear muros donde debiera haber puentes. Una persona “fofa”, espiritualmente hablando, se cruza de vereda para evitar tal encuentro; un “patovica espiritual” provoca el encuentro y con una sonrisa, la mirada firme y un apretón de manos, un abrazo o un beso, reanuda la relación.
Para el patovica no hay nada que demostrar ante un entredicho. Eso es cosa de personas inmaduras y una de las características del “patovica espiritual” es ser estable en sus emociones. No oculta la tierra debajo de la alfombra. Se hace cargo. Tapa el bache de la relación y restablece el entramado de la red. Restablecer el entramado es como zurcir una media cuando se escapó algún punto.

Se necesitan patovicas que custodien a las familias
Hay una enorme cantidad de familias desmanteladas por no soportar los puntos de tensión ante lo que denominan una ofensa. Se ofenden y dejan de hablarse durante largo tiempo o para siempre. La escuela de la vida los convoca para convivir (“vivir con”) y así aprender del encuentro, pero rehúyen el examen. Se “borran” cuando debieran estar presentes. Las familias no crecen a través de las ausencias. Ser “fofo”, emocionalmente hablando es el gran drama de la sociedad de estos días. La presencia de un patovica espiritual sutura los baches de las ausencias.
Madre o Padre debieran ocupar ese rol y de hecho muchos lo hacen eficazmente. Pero se ve hoy en día a tantos jóvenes a la deriva, habitantes de las zonas pantanosas de la vida, confusos, ruidosos, tatuados, integrantes de alguna tribu urbana, ejerciendo la delincuencia, la violencia o la limosna, que se denota sin duda, la necesidad imperiosa de patovicas espirituales que se hagan presentes en las familias del mundo.
Los padres siempre educamos. Somos ejemplo, tanto de lo que hay que hacer como de lo que no hay que hacer. Los padres espiritualmente fofos son siempre ejemplos de lo que no hay que hacer. Son los formadores de los jóvenes a la deriva que hablábamos anteriormente. No cultivan las virtudes, y por consiguiente no las trasmiten, porque para encontrar las perlas de las virtudes hay que sumergirse en el propio mundo emocional y los fofos se escapan de remover zonas interiores, lo que consideran una molestia, una piedra en el zapato. Aplican el cuestionable arte de escaparse de sí mismos. Los patovicas espirituales en cambio, son ejemplos de lo que hay que hacer. Primero tratan de poner un poco de orden a su mente para que hable virtuosamente el corazón. Por añadidura, y no por buscarlo, devienen los resultados positivos que se verán reflejados en la conducta de sus hijos.
La escuela de la familia es una institución disponible para la formación de patovicas espirituales. El porcentaje de egresados depende del compromiso que cada alumno ponga en el trascurso del aprendizaje. Podríamos sentenciar: “Padres comprometidos consigo mismos, hijos responsables de sí mismos”. Hay una bella frase que dice: El valor de una vida se mide por las vidas que toca.

La musculatura espiritual
Al patovica espiritual no lo voltean los vientos de la vida, al contrario, la presión lo hace más dúctil en el manejo de más presión. Eso se debe a que en lugar de entender, comprende. ¿Cuál es la diferencia? El hecho de entender es intelectual y por consiguiente cuestionable. Pero el comprender no es una función del intelecto sino del alma, en donde las vivencias quedan comprendidas dentro de uno mismo. Son el patrimonio vivencial del ser.
El transformarse en patovica espiritual es un hecho finito con alcances infinitos, pues para ocuparse del prójimo, el individuo debe establecer una conexión integral con la vida, es decir que comprende que todo tiene que ver con todo. Eso lo lleva a dejar de tener una conciencia individual para incorporarse a una conciencia grupal que es la especie misma. En este caso su familia es su grupo pero también su grupo es la humanidad.
Necesitamos dejar de ser farolitos para empezar a ser Soles. Las guerras, tanto en los campos de batalla, como en las empresas, como en la sociedad o en las familias, comienzan en el corazón del hombre. Un patovica espiritual sabe que su principal conquista es la del corazón del hombre, y siempre debe estar dispuesto a rescatar a sus semejantes. Así es como se forma la musculatura espiritual: sirviendo.

El Hogar del patovica espiritual
Una casa es solamente la estructura. Un Hogar es la esencia. El patovica espiritual vive en un Hogar del que participa y hace participar Debemos darle cuidado al Hogar interior de cada uno. Eso es un Hogar. Un conjunto de seres que se acompañan en todo momento, y cada uno atraviesa la crisis que le toca en su nivel de crecimiento. Pero siempre cuenta con el apoyo incondicional de los compañeros. Si esquivamos las crisis no solo nos perderemos la oportunidad de crecer, sino que entraremos en crisis involutivas o de crecimiento a través del dolor innecesariamente. Si no podemos atravesar las crisis no podemos acompañar a un compañero. El Hogar como estado de conciencia es la cúpula dorada que alimenta amorosamente al patovica espiritual. Sin el alimento dorado del Hogar uno puede andar deambulando por la vida. Un Hogar nos sitúa en donde debemos estar para ser útiles a la vida.

Algunos requisitos para cumplir la función de “patovicas espirituales” son:

● Escuchar en silencio, comprometida y desapasionadamente. Saber discernir.
● Introducir una cultura de paz en la educación de los jóvenes.
● Estar presentes.
● Hacer lo que se debe en lugar de lo que se quiere.
● Saber que todo tiene que ver con todo y que cada cosa forma parte de un conjunto.
● Observar el pasado pero sin identificarse con él.
● Desarrollar la Observación y la Atención en todas las circunstancias de la vida.
● Sostener estas virtudes en el tiempo: Firmeza, Solidez Emocional, Confianza y Alegría.

viernes, 1 de mayo de 2009

Para que disminuya El Ego y afluya el Espacio Interior



(Perdernos para encontrarnos)
Por Eckhart Toll



El espacio interior también aflora cuando renunciamos a la necesidad de enfatizar nuestra identidad con la forma. Esa necesidad le pertenece al ego y no es una necesidad verdadera. Cada vez que renunciamos a uno de esos patrones de comportamiento permitimos que aflore el espacio interior. Somos más auténticos. Para el ego, parecerá como si estuviéramos perdidos, pero en realidad sucede todo lo contrario. Jesús nos enseño que debemos perdernos para encontrarnos. Cada vez que renunciamos a uno de esos patrones, restamos peso a lo que somos en el nivel de la forma y nuestro verdadero ser se manifiesta más plenamente. Nos empequeñecemos para engrandecernos.

A continuación aparecen algunas de las formas como las personas tratan de enfatizar su identidad con la forma, aunque inconscientemente. Si nos mantenemos en estado de alerta, podremos detectar algunos de esos patrones inconscientes en nosotros mismos:

Exigir reconocimiento por algo que hicimos y molestarnos o enojarnos al no recibirlo;
Tratar de llamar la atención hablando de nuestros problemas o de nuestra enfermedad, o haciendo una escena;
Dar una opinión cuando nadie la ha pedido y no contribuye en lo absoluto a la situación;
Preocuparnos más por la opinión que el otro tenga de nosotros, que por la otra persona, es decir, utilizar a los demás para reflejar nuestro ego o fortalecerlo;
Tratar de impresionar a los demás con nuestras posesiones, conocimiento, aspecto físico, posición social, fortaleza física, etcétera;
Reforzar momentáneamente al ego a través de una reacción airada contra algo o alguien;
Tomarnos las cosas a pecho, sentirnos ofendidos;
Reafirmar que tenemos la razón y que los otros están equivocados a través de quejas mentales o verbales inútiles;
Mostrarnos importantes o aparentar que lo somos.

Una vez detectado ese patrón interior, conviene hacer un experimento. Averigüe cómo se siente y qué sucede cuando renuncie a ese patrón. Sencillamente abandónelo y vea qué sucede.

Otra manera de generar conciencia es restarle peso a lo que somos en el nivel de la forma. Descubra el poder enorme que fluye desde su interior para proyectarse sobre el mundo una vez que logre restarle peso a su identidad con la forma.

HACER CONSCIENTES NUESTRAS ADICCIONES


Por Eckhart Toll


Podría decirse que un comportamiento compulsivo de vieja data es una adicción, y la adicción vive dentro de nosotros casi como una entidad o una personalidad secundaria, un campo de energía que se apodera periódicamente de nosotros por completo.

Hasta se apodera de nuestra mente, de la voz mental, la cual entonces se convierte en la voz de la adicción. Podría decir, "hoy ha sido un día muy difícil, me merezco un premio. ¿Por qué negarme el único placer que me queda en la vida?" Entonces, si estamos identificados con la voz interior a causa de nuestra inconsciencia, abrimos la heladera para atacar la torta de chocolate.

En otros momentos, la adicción puede dejar por fuera a la mente de un todo y, sin saber a qué horas, nos vemos con un cigarrillo en la boca o un vaso de licor en la mano. "¿Cómo llegó esto a mi mano?" La acción de sacar un cigarrillo del paquete y encenderlo, o de servir el trago, ocurrió en medio de la inconsciencia total.

Si usted tiene un patrón de comportamiento compulsivo como fumar, comer en exceso, beber, ver televisión, Internet, o cualquier otro, haga lo siguiente: cuando note que la urgencia de la adicción comienza a manifestarse, pare y respire conscientemente tres veces. De esa manera se establece un estado de alerta. Deténgase durante unos minutos a observar la urgencia misma y a sentir ese campo de energía en su interior. Sienta conscientemente la necesidad física o mental de ingerir o consumir una determinada sustancia, o el deseo de manifestar el comportamiento compulsivo. Después respire conscientemente otras cuantas veces. Verá que la ansiedad desaparece, al menos transitoriamente.

O quizás se dé cuenta de que el peso de la urgencia prevalece y no tiene otra salida que obedecer o manifestar el comportamiento nuevamente. No lo convierta en un problema. Convierta la adicción en parte de su práctica de conciencia tal como se describió anteriormente. A medida que aumente la conciencia, los patrones adictivos se debilitarán hasta disolverse finalmente.

Sin embargo, recuerde tomar nota de los pensamientos que justifican el comportamiento adictivo, a veces con argumentos sagaces, a medida que van pasando por su mente. Pregúntese de quién es la voz, y se dará cuenta de que la que habla es la adicción. Mientras lo sepa, mientras esté presente en calidad de observador de su mente, es menos probable que ésta logre engañarlo para que usted haga lo que ella desea.