sábado, 25 de abril de 2009

Diez Herramientas para hacer brillar la Educación

Herramienta 10
Participar de proyectos sociales

Objetivos de esta técnica:
Desarrollar la responsabilidad social, promover la ciudadanía, cultivar la solidaridad,
expandir la capacidad de trabajar en equipo, trabajar los temas transversales:
la educación para la salud, la paz y los derechos humanos.


Llevar a los jóvenes a comprometerse con proyec­tos sociales es la décima técnica pedagógica que pro­pongo. El compromiso social debe ser la gran meta de la educación. Sin él, crecerán el individualismo, el egoísmo y el control de unos sobre los otros.

Participar de campañas de prevención contra el sida, consumo de drogas, violencia, o lucha contra el hambre puede contribuir a que los jóvenes sean saludables psí­quica y socialmente. Como vimos, ellos aman el veneno del consumismo y del placer inmediato. Muchos sólo se interesan cuando se trata de algo que les compete direc­tamente. Pero, reitero, no tienen la culpa. Hay millones de imágenes grabadas en su memoria consciente e in­consciente que los controlan sin que se den cuenta.

En realidad todos somos víctimas del sistema que creamos. Estamos perdiendo cada vez más nuestra identidad, volviéndonos una cuenta bancaria, un nú­mero de tarjeta de crédito, un consumidor potencial. Mi crítica tiene fundamento. El sistema social se infil­tra en la caja de secretos de la personalidad, y escasea la producción de pensamientos sencillos, tranquilos, serenos.

En un estudio que realicé con casi mil educadores sobre su opinión respecto de la calidad de vida de los jóvenes, los resultados fueron espantosos. Consideran que el 94% de los jóvenes son agresivos y el 6% tran­quilos; que el 95% están alienados y que el 4% se preo­cupa por su futuro. ¿Hacia dónde se dirige la educación?

Jóvenes que se destaquen
Los jóvenes que son determinados, creativos y em­prendedores sobrevivirán en el sistema competitivo. Los que no tienen metas ni osadía para materializar sus proyectos podrán vivir a la sombra de sus padres y en­grosar la masa de desempleados. Los jóvenes descali­ficados intelectualmente perjudican el futuro de una nación. ¿Por qué la riqueza de las naciones sube y ba­ja? ¿Por qué las riquezas familiares no duran hasta la tercera generación? A causa del material humano.

Necesitamos calificar a nuestros hijos y alumnos. Ellos deben sentirse importantes en la escuela, necesi­tan ser entrenados para ser líderes. Necesitan aprender a hacer elec­ciones. Así aprenderán una dura lección: toda elección implica pérdidas y no sólo ganancias.

El síndrome SPA deja a nuestros hijos agitados. Ellos detestan la rutina, y por eso se quejan de que "no tienen nada que hacer". Tienen mucho que hacer, pe­ro la rutina exaspera su ansiedad. Si los incorporamos a proyectos sociales, sus vidas darán un giro. Su emo­ción se estructurará, el pensamiento se aquietará, y de paso aprenderán la importancia de servir.

¿Cómo podrán subir al podio si desprecian el en­trenamiento? ¿Cómo brillarán en la sociedad si no tie­nen conexión con ella? Considerar a nuestros hijos y alumnos sólo como receptores de informaciones y consumidores de bienes materiales es una afrenta a su inteligencia.

Debemos formar jóvenes que se destaquen en el mundo, que propongan cambios, que rescaten su sen­tido existencial y el sentido de las cosas. Una de las causas que lleva a millones de jóvenes a con­sumir drogas, a deprimirse, a alienarse y hasta a pensar en suicidarse es que ellos no le ven sentido a la vida, ni tienen un compromiso social. El tedio los consume. Por eso, con una actitud in­sana, recurren al consumo de drogas, como un inten­to para aliviar su ansiedad y angustia, y no sólo para saciar su curiosidad. Muchos jóvenes toman drogas co­mo antidepresivos y tranquilizantes. Lamentablemen­te, esta actitud los lleva a vivir en la más dramática pri­sión: la cárcel de la emoción.

La educación no necesita de una reforma, sino de una revolución. La educación del futuro necesita formar pen­sadores, emprendedores, soñadores, líderes no sólo del mundo en que estamos, sino del mundo que somos.


Aplicación de las técnicas del proyecto escuela de la vida
No podemos olvidarnos de que los maestros de to­do el mundo están enfermando colectivamente. Los maestros son cocineros del conocimiento, pero prepa­ran el alimento para un público sin apetito. Cualquier madre se pone un poco paranoica cuando sus hijos no se alimentan. ¿Cómo exigir salud de los maestros si sus alumnos tienen anorexia de valores, anorexia espiritual? Es por su salud y la de sus alumnos que la educación debe ser recons­truida.

Las escuelas que ya aplican las diez técnicas peda­gógicas del proyecto escuela de la vida están viendo al­go maravilloso. El estrés de los maestros y los gritos implorando silencio disminuyeron. Los niveles de an­siedad, las conversaciones paralelas y los roces entre los alumnos se atenuaron. Crecieron la concentración, el placer de aprender y la participación.

¿Cuál es la escuela de sus sueños? Para mí, es la es­cuela que educa a los jóvenes para extraer fuerza de la fragilidad, seguridad de la tierra del miedo, esperanza de la desolación, sonrisas de las lágrimas y sabiduría de los fracasos. La escuela de mis sueños une la seriedad de un eje­cutivo a la alegría de un payaso, la fuerza de la lógica a la sencillez del amor. En la escuela de mis sueños cada ni­ño es una joya única en el teatro de la existencia, más im­portante que todo el dinero del mundo. En ella, los maes­tros y los alumnos escriben una bellísima historia, son jardineros que hacen del aula un cantero de pensadores.

¿Cuál es la familia de sus sueños? La familia de mis sueños no es perfecta. No tiene padres infalibles, ni hijos que no causan frustraciones. Es ésa en que pa­dres e hijos tienen el valor de decirse: "Te amo", "Me sobrepasé", "Discúlpenme","Ustedes son importantes para mí".

En la familia de mis sueños no hay héroes ni gigan­tes, sino amigos. Amigos que sueñan, aman y lloran juntos. En ella, los padres se ríen cuando pierden la paciencia y los hijos se burlan de su propia tozudez. La familia de mis sueños es una fiesta. Un lugar sim­ple, pero donde hay gente feliz.

Por Augusto Cury
Extraído del libro: “Padres brillantes, maestros fascinantes”. Editorial Zenith

Diez Herramientas para hacer brillar la Educación

Herramienta 9

Jerarquizar los pensamientos y las emociones

Objetivos de esta técnica:
Rescatar el liderazgo del yo, resolver el SPA, prevenir conflictos,
proteger los suelos de la memoria, promover la seguridad, desarrollar espíritu emprendedor, proteger la emoción en los focos de tensión.


Cierta vez una estudiante de ingeniería, que se que­jaba de depresión, me buscó. Había pasado por siete psiquiatras y había tomado casi todo tipo de antide­presivos. Estaba desanimada. La vida no tenía color. La esperanza se había disipado. El dolor de la depre­sión, que es el último estadio del sufrimiento huma­no, le había robado el sentido de la vida. Me quedé conmovido con su quiebre emocional. Le dije que no debía conformarse con ser una en­ferma. Ella podía dar vuelta el juego. El rescate del li­derazgo del yo sería capaz de potencializar el efecto de los medicamentos y rescatar su encanto por la vida. Le aseguré que ella tenía dentro de sí herramientas que estaban subempleadas. Le comenté que, a pesar de su importancia, la medicación era un actor coadyuvante del tratamiento. ¿Quién es el actor principal? La observación de los pensamientos negativos y de las emo­ciones angustiantes.

Ella aprendió que toda la basura que pasaba por el escenario de su mente quedaba registrada automática­mente en la memoria y no podía ya borrarse, sino sólo reeditarse. Comprendió que no debía limitarse a enten­der las heridas de su pasado para hacer esta reedición, sino también criticar cada pensamiento negativo y ca­da emoción perturbadora. Así, la joven frágil poco a poco dejó de ser víctima de sus problemas y empezó a rescribir su historia y a contemplar lo bello. Las flores aparecieron después del largo e insoportable invierno. Se embelleció. Todos los que pasan por el caos de la depresión, del pánico, de las fobias, de las pérdidas, y lo superan, se embellecen interiormente.

La autoconmiseración, el conformismo, la falta de coraje para luchar, son serios obstáculos para la supe­ración de un trastorno emocional.
El gerenciamiento de los pensamientos es el punto central del tratamien­to psicoterapéutico de cualquier corriente de pensa­miento. Sin embargo, necesitamos también entender que este gerenciamiento es el punto central de la edu­cación, a pesar de que la ciencia comprenda poco so­bre este asunto.

Si los jóvenes no aprenden a observar sus pensa­mientos, serán un barco sin timón, marionetas de sus problemas. La tarea más importante de la educación es transformar al ser humano en líder de sí mismo, lí­der de sus pensamientos y emociones.

Las escuelas en todo el mundo enseñan a los alum­nos a dirigir empresas y máquinas, pero no los prepa­ran para ser directores del guión de sus pensamientos. Es incontable la cantidad de personas que tienen éxi­to profesional pero son esclavas de sus pensamientos. Su vida emocional es miserable. Enfrentan el mundo, pero no saben remover los escombros de su mente.

He tratado a médicos, abogados, empresarios, que son inteligentes para lidiar con problemas objetivos. Sin embargo, una ofensa los derrota, una crítica los destru­ye, una decepción causada por aquellos que aman pro­voca en ellos gran ansiedad. Son fuertes en el mundo externo, pero frágiles líderes en los suelos de su psiquis.


Liberándose de la cárcel intelectual
Los maestros fascinantes deben ayudar a sus alum­nos a liberarse de la cárcel intelectual. ¿Cómo? Indepen­dientemente de la materia que enseñan, deben demos­trarles, al menos una vez por semana, que ellos pueden y deben gerenciar sus pensamientos y emociones. Sea contando historias o habiéndoles directamen­te, los maestros deben comentar que, si el yo, que re­presenta la voluntad consciente no es el líder de los pensamientos, él resultará dirigido. Es decir que en lugar de pensar, será pensado. No hay dos seño­res. Deben comentar que el ser humano tiene tenden­cia a ser verdugo de sí mismo. Necesitan enfatizar que nuestros peores enemigos están dentro de nosotros. Somos nosotros mismos los que nos impedimos ser fe­lices y saludables.

Del mismo modo, los padres deben ensenar a sus ni­ños y a sus adolescentes a criticar sus propias ideas ne­gativas, a superar sus miedos, a luchar con sus heridas y timidez. En mi opinión, gerenciar los pensamientos es uno de los más importantes descubrimientos de la cien­cia actual, y es, además, muy aplicable en la educa­ción y la psicología. Pero la educación, las escuelas de pedagogía y las facultades de psicología todavía dor­mitan en esta área. Somos especialistas en formar per­sonas pasivas.

¿De qué vale aprender a resolver problemas de ma­temática si nuestros jóvenes no aprenden a resolver los problemas de la vida, de qué vale aprender lenguas si no saben hablar de sí mismos?

Ya es tiempo de que produzcamos autores y no víctimas de su propia historia
. Ya es tiempo de que prevengamos enfermedades emocionales entre los jó­venes, en vez de esperar para tratarlas después de que ellas afloran. Los jóvenes necesitan una educación que los sor­prenda.
Por Augusto Cury
Extraído del libro: “Padres brillantes, maestros fascinantes”. Editorial Zenith

Diez Herramientas para hacer brillar la Educación




Herramienta 8
Educar la autoestima: elogiar antes de criticar


Objetivos de esta técnica:
Educar la emoción y la autoestima, vacunar contra la discriminación,
promover la solidaridad, resolver conflictos en el aula, filtrar estimulas estresantes, trabajar pérdidas y frustraciones.


El elogio alivia las heridas del alma, educa la emo­ción y la autoestima. Elogiar es dar ánimo y realzar las características positivas. Hay padres y maestros que nunca elogiaron a sus hijos y alumnos.

Fuimos nosotros los mayores al­pinistas y los mayores nadadores del mundo para ga­nar la mayor disputa de la historia, una disputa con más de cuarenta millones de competidores. ¿De qué disputa se trata? La disputa del espermatozoide para fecundar el óvulo. Fue una gran aventura. Muchos jóvenes dicen que no pidieron nacer. Otros se desaniman ante cual­quier problema. Otros encuentran que nada les sale bien en la vida. Pero todos nacemos vencedores. To­das las dificultades actuales son tonterías si las compa­ramos con los graves riesgos que enfrentamos para es­tar vivos en el escenario de la existencia. Los maestros necesitan comunicar esta historia a sus alumnos. Ha servido para generar una sólida autoestima.

¿Cómo ayudar a un alumno o a un hijo que falló, agredió o tuvo reacciones inadmisibles? Uno de los ma­yores secretos es usar la técnica de elogiar-criticar. Pri­mero, elogie algunas de sus características. El elogio estimula el placer, el placer abre las puertas de la me­moria. Un poco después, usted puede criticarlo y lle­varlo a reflexionar sobre su falla.

Criticar sin antes elogiar obstruye la inteligencia, lle­va al joven a reaccionar por instinto, como un animal amenazado. El ser humano más agresivo se derrite an­te un elogio, y así queda desarmado para recibir ayu­da. Muchos asesinatos podrían evitarse si, en el primer minuto de tensión, la persona amenazada elogiara a su agresor.

Cierta vez, un hombre de origen alemán cuyos abuelos sufrieron un trauma de guerra fue a mi con­sultorio. Era muy agresivo. Decía que mataría a cual­quiera que se le atravesara en el camino, incluso a sus hijos. En una consulta dije algo que no le gustó, y sa­có un arma que tenía escondida y me amenazó. ¿Sa­ben lo que hice? No me intimidé. Lo miré a los ojos y lo elogié. Le di­je: "¿Cómo puede un hombre inteligente necesitar de un arma para exponer sus ideas?" Y seguí: "¿Usted sa­be que tiene una gran capacidad intelectual y que con ella puede conquistar a cualquier persona?" El elogio lo sorprendió. Su rabia se derritió como hielo bajo el sol del mediodía. Empezó a llorar. A par­tir de ese momento, tuvo una excelente evolución en su tratamiento. Se volvió un ser humano amable. Si yo no hubiera tenido esa conducta, tal vez no estaría aquí escribiendo.


Vacunando contra la discriminación

Pruebe elogiando a su esposa, su marido, sus hijos, sus alumnos, sus compañeros de trabajo antes de cri­ticarlos. Siempre hay motivos para valorar. Encuéntre­los. Después de elogiarlos, haga su crítica, pero hable sólo una vez. No es la repetición de las palabras críti­cas lo que genera un momento educacional, sino su registro privilegiado. Si usa esta técnica durante algu­nos meses, su relación social va a volverse totalmente diferente. Usted será capaz de conquistar a las perso­nas más gélidas e insoportables.

No hay jóvenes problemáticos, sino jóvenes que tie­nen problemas. Elogie a los jóvenes tímidos, obesos, dis­criminados, hiperactivos, difíciles, agresivos. Aliente a ésos de quienes los otros se burlan, a los que se sienten disminuidos. Ser educador es ser promotor de autoestima.

Si yo pudiera, iría de escuela en escuela por distin­tas partes del mundo entrenando a los maestros para que comprendan el funcionamiento de la mente y entiendan que en el pequeño espacio escolar se desenca­denan grandes traumas emocionales. En lugar de elo­gios, existen críticas agresivas. Frecuentemente los alumnos se lastiman seriamente unos a los otros.

No permita de ningún modo que los alumnos lla­men a sus compañeros "ballena" o "elefante" por ser obesos. Usted no se imagina la resquebrajadura emo­cional que estos apodos provocan en el suelo del in­consciente. No les permita hablar peyorativamente de los defectos físicos y del color de la piel de los otros. Estas bromas no son ingenuas. Producen graves con­flictos que no se borran nunca, sólo se reeditan. La dis­criminación es un cáncer, una mancha que siempre ensució nuestra historia.

Enseñe a los jóvenes, con palabras y sobre todo con actitudes, a amar la especie humana. Comente que, por encima de ser americanos, árabes, judíos, blancos, negros, ricos y pobres, somos una especie fascinante. En los entretelones de nuestra inteligencia nos parece­mos más de lo que imaginamos. Elogie la vida. Estimule a los jóvenes a soñar. Si ellos dejan de creer en la vida, no habrá futuro.

Por Augusto Cury

Extraído del libro: “Padres brillantes, maestros fascinantes”. Editorial Zenith

Diez Herramientas para hacer brillar la Educación

Herramienta 7


Humanizar al Maestro. Contar su propia historia.

Objetivos de esta técnica:
Desarrollar la socialización, estimular la afectividad,
construir un puente productivo en las relaciones sociales, estimular la sabiduría,
superar conflictos, valorizar el "ser".


Maestros y alumnos comparten el espacio de una sala, pero no se conocen. Pasan años muy próximos, pero son extraños unos para los otros. ¿Qué tipo de educación es ésta que desprecia la emoción y niega la historia existencial?

Las escuelas de pedagogía fa­llan por no estimular a sus maestros a humanizarse en el aula. Es fundamental humanizar el conocimiento, y primordial humanizar a los maestros.

Las computadoras pueden informar a los alumnos, pero sólo los maestros son capaces de formarlos. Sola­mente ellos pueden estimular la creatividad, la supe­ración de los conflictos, el encanto por la existencia, la educación para la paz, para el consumo, y para el ejer­cicio de los derechos humanos.

Queridos maestros, cada uno de ustedes tiene una fascinante historia que contiene lágrimas y alegrías, sueños y frustraciones. Cuenten esa historia en peque­ñas dosis a sus alumnos durante el año. No se escon­dan detrás de la tiza o de su materia. Si no, los temas transversales —responsables de la educación para la vida, como la educación para la paz, el consumo, el tránsito, la salud— serán una utopía, estarán en la ley, pero no en el corazón.

La educación moderna está en crisis, porque no es hu­manizada, separa al pensador del conocimiento, al maestro de la materia, al alumno de la escuela, en fin, separa al su­jeto del objeto. Ha generado jóvenes lógicos, que saben lidiar con números y máquinas, pero no con dificulta­des, conflictos, contradicciones y desafíos. Por eso, es raro que produzca ejecutivos y profesionales excelentes, personas que salgan de lo común y se destaquen.

Las bajas calificaciones tienen un gran valor en la escuela de la vida
Encuentren algunas ventanas dentro del aula para hablar por algunos minutos sobre los problemas, me­tas, fracasos y éxitos que tuvieron en la vida. ¿El resul­tado? Ustedes educarán la emoción. Sus alumnos los amarán, ustedes serán maestros inolvidables. Ellos los identificarán con la materia que ustedes enseñan, ten­drán aprecio por sus clases.

Oigan también a sus alumnos. Entren en su mundo. Descubran quiénes son. Un maestro influye más en la per­sonalidad de los alumnos por lo que es, que por lo que sabe.

Queridos padres, ustedes también tienen una bri­llante historia. Hablen de ustedes mismos, dejen que sus hijos descubran su mundo. La mejor manera de preparar­los para la vida no es imponer reglas, hacer críticas, enojarse, castigar, sino hablar de sus sueños, logros, inseguridades, fallas. Los educadores fascinantes no son infalibles. Por el contrario, reconocen errores, cambian de opinión si están convencidos, y no les hacen "tragar" sus verda­des a sus hijos y alumnos. Estos comportamientos lú­cidos son registrados de modo excelente por el fenó­meno RAM (registro automático de la memoria), y producen un jardín en el mundo consciente e incons­ciente de los jóvenes.

Vean este ejemplo. Jesucristo no controlaba a na­die, tan sólo exponía sus ideas e invitaba a la personas a reflexionar, diciendo: "quien tenga sed...", "quien quiera seguirme..." Provocaba el arte de pensar. Los grandes pacificadores, como Platón, Buda, Mahoma, Gandhi, querían formar hombres libres.

En la escuela de la vida, las bajas calificaciones nos ayu­dan más que las altas calificaciones
. Fallar puede generar, en ciertas situaciones, una experiencia más rica que acer­tar. Necesitamos hablar de nuestras victorias, pero tam­bién de nuestras frustraciones. Hay muchos jóvenes de­primidos y fóbicos implorando con sus gestos y actitudes que un maestro les cuente una historia que los ayude.

Cierta vez, una coordinadora pedagógica de una gran escuela, que asistía a una de mis conferencias, motivada por la exposición, se puso de pie ante la pla­tea y contó una historia conmovedora. Dijo que hacía algunos meses una de sus alumnas la había buscado para conversar sobre un problema. La alumna estaba visiblemente abatida, pero la coor­dinadora dijo que no tenía tiempo en aquel momento y postergó la conversación para otro día. Lamentablemen­te no hubo oportunidad, pues la joven se quitó la vida antes. Nunca algunos minutos fueron tan importantes.

¡Cuántos conflictos se evitarían con una educación humanizada! Estoy convencido de que los maestros que empiecen a entrar en el mundo de sus alumnos agresivos, ansiosos o reprimidos evi­tarán no sólo muchos suicidios, sino también masa­cres en las que los jóvenes toman armas y salen dispa­rando sobre compañeros y maestros.

Antes de cometer estos crímenes, los jóvenes cla­maron de diversas maneras pidiendo ayuda, pero na­die los oyó. Clamaron, pero nadie entendió su mensa­je. Muchas personas ya me dijeron que el diálogo que mantuve con ellas evitó que renunciaran a la vida. Cuando nosotros las escuchamos, ellas también se es­cuchan y encuentran sus caminos. Pero son muchos los que tienen miedo de escuchar.

No crean que la prevención de conflictos es atribu­ción exclusiva de psiquiatras y psicólogos. Sobre todo porque es una minoría la que busca ayuda psicológi­ca. Los maestros pueden hacer mucho más de lo que imaginan.

Conquistando ventajas competitivas
Por favor, permítame insistir en este punto, pues nunca estará de más enfatizarlo. La educación está mal planteada en todo el mundo. Las escuelas nacieron sin una comprensión profunda de los papeles de la memoria y del proceso de construcción de los pensamien­tos. Aunque carecemos de datos estadísticos, creo, co­mo dije, que al menos el 90% de las informaciones que aprendemos en el aula nunca serán recordadas.

Abarrotamos la memoria y no sabemos qué hacer con tantas informaciones. La memoria es especialista en sustentar el florecimiento de nuevos pensamientos, la creatividad de la inteligencia. Demos menos infor­maciones y crucemos más nuestras historias.

Hay muchas escuelas que sólo se preocupan por preparar a los alumnos para entrar en las mejores universidades. Se equivocan al focalizarse sólo en ese objetivo. Incluso si entran en las mejores escuelas, cuan­do salgan, estos alumnos podrán tener enormes difi­cultades para solucionar sus desafíos profesionales y personales.

El sistema educacional está enfermo. Vaya más allá del contenido programático. Les pido a los maestros: en­cuentren espacios para humanizar el conocimiento, huma­nizar su historia y estimular el arte del discernimiento. Sus alum­nos no sólo darán un salto intelectual sino que tendrán ventajas competitivas. ¿Cuáles? Serán emprendedores, sabrán elegir, correrán ries­gos para concretar sus metas, soportarán los inviernos de la vida con dignidad. Serán más saludables emocionalmente. Tendrán menos posibilidades de desarrollar conflictos y de necesitar un tratamiento psicológico.
Por Augusto Cury
Extraído del libro: “Padres brillantes, maestros fascinantes”. Editorial Zenith

Diez Herramientas para hacer brillar la Educación

Herramienta 6


Humanizar el conocimiento

Objetivos de esta técnica:
Estimular la osadía, promover la perspicacia, cultivar la creatividad,
incentivar la sabiduría, expandir la capacidad crítica, formar pensadores.



La educación clásica comete otro grave error. Se es­fuerza por transmitir el conocimiento en el aula, pero rara vez comenta sobre la vida del productor de cono­cimiento. Las informaciones sobre química, física, ma­temática, lenguas deberían tener un rostro, una iden­tidad. ¿Qué significa esto? Significa humanizar el conocimiento, contar la his­toria de los científicos que produjeron las ideas que los maestros enseñan. Significa también reconstruir el cli­ma emocional que ellos vivieron mientras investiga­ban. Significa también relatar la ansiedad, los errores, las dificultades y las discriminaciones que sufrieron. Algunos pensadores murieron por defender sus ideas.

La mejor manera de producir personas que no piensen es nutrirlas con un conocimiento sin vida, despersonalizado. Soy crítico de los materiales didácticos bellísimos que exponen el conocimiento pero desprecian la historia de los científicos. Este tipo de educación causa aversión en los alumnos, no provoca el arte de pensar.

¡Cuántas noches de insomnio, dificultades y tur­bulencia no habré pasado para producir una nueva teoría sobre el funcionamiento de la mente en un país que no tiene tradición de producir científicos teóri­cos! Producir una nueva teoría es más complejo que hacer centenas de estudios. Pero no todos valoran este trabajo. ¿Cuáles son mis cimientos intelectuales? ¿Serán mis éxitos, el reconocimiento de la teoría y su uso en tesis de maestría y doctorado? ¡No! Mis cimientos son los dolores que pasé, las inseguridades que experimenté, las angustias que sufrí, la superación de mi caos...

Por detrás de cada información dada con tanta sim­plicidad en el aula existen las lágrimas, las aventuras y el coraje de los científicos. Pero los alumnos no logran verlas.
Es tan importante hablar de la historia de la cien­cia y de la historia de los pensadores como del cono­cimiento que ellos produjeron. La ciencia sin rostro paraliza la inteligencia, descaracteriza el ser, lo apro­xima a la nada. Genera hombres arro­gantes, y no hombres que piensan. Rara vez un cien­tífico causó daños a la humanidad. Quienes causaron los daños fueron los que emplearon la ciencia sin conciencia crítica.
Por Augusto Cury
Extraído del libro: “Padres brillantes, maestros fascinantes”. Editorial Zenith

Diez Herramientas para hacer brillar la Educación


Herramienta 5

Ser contador de historias


Objetivos de esta técnica:

Desarrollar creatividad, educar la emoción,
estimular la sabiduría, expandir la capacidad de solución en situaciones de tensión,
enriquecer la socialización.


Educar es contar historias. Contar historias es trans­formar la vida en el juego más serio de la sociedad. La vida tiene pérdidas y problemas, pero debe ser vivida con optimismo, esperanza y alegría. Padres y maestros deben bailar el vals de la vida como contadores de his­torias. El mundo es serio y demasiado frío. Las noticias diarias refieren crímenes, desgracias, muertes, infortu­nios. Toda esta avalancha de noticias malas queda ar­chivada en el registro de la memoria, generando cade­nas de pensamientos que hacen la vida triste, ansiosa y sin entusiasmo.

Tenemos que vivir con más suavidad. Aprender a reír de nuestras tonterías, comportamientos absurdos, manías, miedos. Necesitamos contar más historias. Los padres necesitan enseñar a sus hijos, creando historias. Los maestros necesitan contar historias para enseñar las materias con el condimento de la alegría y, a veces, de las lágrimas.

Para contar historias es necesario ejercitar una voz fluctuante, teatralizada, que cambie de tono durante la exposición. Es necesario producir gestos y reaccio­nes capaces de expresar lo que las informaciones lógi­cas no logran. Muchos padres y maestros están dota­dos de gran cultura académica, pero son acartonados, rígidos, formales. Ni ellos se soportan. ¿Hay personas incapaces de contar historias? No lo creo. Dentro de cada ser humano, incluso de los más formales, hay un payaso que quiere respirar, jugar y relajarse. Déjelo vivir. Sorprenda a los jóvenes. Nues­tros hijos necesitan una educación seria, pero también agradable. Despliegue una sonrisa, abrace a los jóve­nes, cuénteles historias.

Gritando dentro del corazón, contando historias suaves
Las "historias" pueden rescatar la "Historia". La fic­ción puede rescatar la realidad. ¿Cómo? Un maestro de historia nunca debería hablar de la esclavitud de los negros sin describir el período histórico. Las informa­ciones secas sobre la esclavitud no educan, no sensi­bilizan, no nos conscientizan ni provocan rechazo por los crímenes que nuestra especie cometió.

Al hablar de las personas de raza negra, el maestro de historia debería crear historias para hacer que los alumnos entiendan la desesperación, los pensamien­tos, la angustia de estos seres humanos al ser esclavi­zados por miembros de su propia especie. Nada me­jor que contar una historia real o crear una "historia" para llevar a los alumnos a vivenciar el drama de la es­clavitud.

Sin esta inmersión interior, la esclavitud no genera un sólido impacto emocional. No provoca una rebe­lión decisiva contra la discriminación. La muerte de millones de judíos, gitanos y otras minorías no gene­ra conmoción, no crea vacunas intelectuales. Otros "Hitlers" surgirán. Hablar del conocimiento sin humani­zarlo, sin rescatar la emoción de la historia, perpetúa nues­tras miserias y no las cura.

Contar historias también es psicoterapéutico. ¿Sa­be cuál es la mejor manera de resolver conflictos en el aula? No con agresiones, gritos estridentes o sermones. Estos métodos se usan desde la edad de piedra y no funcionan. Hay que contar historias. Contar historias captura el pensamiento, estimula el análisis.

La próxima vez que un alumno o un hijo lo agrede, hágalo pensar. Grite dentro de él con gentileza, gri­te con suavidad, cuéntele una historia. Los jóvenes po­drán olvidar sus críticas y reglas, pero no se olvidarán de sus historias.

Por Augusto Cury
Extraído del libro: “Padres brillantes, maestros fascinantes”. Editorial Zenith

viernes, 24 de abril de 2009

Diez Herramientas para hacer brillar la Educación


Herramienta 4

Exposición dialogada.


El arte de la pregunta

Objetivos de esta técnica:

Desarrollar la conciencia crítica, promover el debate de ideas,
estimular la educación participativa, superar la inseguridad, vencer la timidez,
mejorar la concentración.



Otra herramienta espectacular para transformar el suelo árido del aula en un cantero de flores es la expo­sición dialogada, ejecutada por el arte de la pregunta. En la exposición interrogada, el maestro cuestiona el conocimiento sin preguntar, en la exposición dialoga­da hace innumerables preguntas a los alumnos. Las dos técnicas se complementan. Veamos.

Por medio del arte de la pregunta, el maestro esti­mula aún más el estrés positivo de la duda. Cautiva la atención de los alumnos y penetra en el territorio de la emoción y en el anfiteatro de sus mentes. El conoci­miento listo estanca el saber y la duda provoca la inteli­gencia. Todos los grandes pensadores fueron grandes interrogadores. Las grandes respuestas emanaron de las grandes preguntas.

¿En qué época es más fácil aprender? ¡En la infancia! ¿Por qué? Porque es la etapa en que más pregun­tamos y abrimos las ventanas de nuestra mente. Los niños aprenden lenguas con facilidad, no sólo porque están menos atiborrados de informaciones en la me­moria, sino porque son preguntones, interactúan más. ¿Por qué es más fácil aprender una lengua diferente en el país de origen de esa lengua? El gran motivo es que cuando se va a otro país, se pasa vergüenza, se enfrentan dificultades. En ese mo­mento los diplomas y el estatus social casi no tienen valor. Es necesario romperse el alma para construir una red de relaciones y sobrevivir. Para eso, necesita­mos perder el miedo a preguntar. Esta situación nos estresa y abre de manera espectacular los archivos de la memoria, lo cual facilita el aprendizaje.

Cuando una persona deja de preguntar, deja de apren­der, deja de crecer. ¿En qué época los científicos produ­cen sus ideas más brillantes? ¿En la madurez o cuando todavía son inmaduros? Cuando inmaduros, porque dudan, se estresan y preguntan más. Einstein planteó la teoría de la relatividad a los veintisiete años. Después de que los científicos reciben títulos y aplausos, surgen los problemas. Los mismos títulos y alabanzas que los reconocen pueden convertirse en un veneno que los mate como pensadores. Muchos se vuel­ven estériles.

Hoy mis libros se publican en más de cuarenta paí­ses, Por ser un estudioso de los entretelones de la men­te, estoy preocupado, pues aunque no lo quiera yo sé que este éxito ya causó algún daño en mi inconscien­te. Necesito estar alerta, reciclarme y vaciarme continuamente para seguir siendo un ingeniero de nuevas ideas. ¿Usted dejó de aprender o sigue siendo un apren­diz voraz? Muchos no se dan cuenta de que dejaron de pensar.

Un maestro fascinante debe hacer por lo menos diez preguntas a sus alumnos durante el transcurso de una clase. Primero debe hacer la pregunta a toda la clase. La pregunta ya estresa positivamente a los alumnos y me­jora la concentración. Si nadie se atreve a responder, él debe llamar a un alumno por el nombre y preguntarle. Independientemente de la respuesta, el alumno debe ser elogiado por su participación. Los estudiantes más apocados son conquistados con este procedimiento.

Viajando hacia adentro de sí mismos
El arte de la pregunta genera pensadores brillantes en las facultades de medicina, derecho, ingeniería, pe­dagogía. Pero debe iniciarse en preescolar. Tras un año del arte de exposición con interrogaciones y diálogo, los alumnos pierden el miedo a expresarse, aprenden a discutir las ideas y se vuelven grandes viajeros. ¿Cómo? Aprenden a viajar hacia adentro de sí mismos, apren­den a preguntar porque están angustiados, ansiosos, irritados, solitarios, amedrentados. Aprenden no sólo a cuestionar el mundo externo, sino también a hacer una mesa redonda consigo mismos.

Cuando entreno a psicólogos para atención clíni­ca, siempre les hablo sobre la grandeza de esta mesa redonda interior. Quien es capaz de hacer este auto-diálogo reedita el film del inconsciente más rápida y eficientemente. No basta con que un paciente haga psicoterapia. Él tiene que ser autor de su historia, tiene que aprender a intervenir en su propio mundo. Pero, lamentable­mente, raras veces las personas penetran en su mun­do, incluso los del ambiente médico. Cuando el mundo nos abandona, la soledad es tolerable, pero cuando no­sotros mismos nos abandonamos, la soledad es casi insoportable.

El arte de la pregunta es parte de la educación de nuestros sueños. Transforma el aula y la sala de nuestra emoción en un ambiente poético, agradable, inteligente.
Por Augusto Cury
Extraído del libro: “Padres brillantes, maestros fascinantes”. Editorial Zenith

Diez Herramientas para hacer brillar la Educación


Herramienta 3
Exposición reflexiva:
el arte
del discernimiento
Objetivos de esta técnica:
Aliviar el SPA (síndrome de pensamiento acelerado), volver a encender la motivación, desarrollar el cuestionamiento,enriquecer la interpretación de textos y enunciados,
abrir las ventanas de la inteligencia.

¿Todo estrés es negativo? ¡No! El estrés es sólo ne­gativo cuando es intenso, bloquea la inteligencia y ge­nera síntomas. Hay un tipo de estrés positivo que abre las ventanas de la memoria y nos estimula a superar obstáculos y resolver dudas. Sin ese estrés, nuestros sueños se diluyen, nuestra motivación se arruina. ¿La educación produce el estrés positivo? ¡Frecuentemen­te negativo! ¿Por qué? Debido a la transmisión de co­nocimiento frío, listo y sin sabor.

Esta transmisión crea un ambiente sin desafíos, aventura e inspiración intelectual. Educar es provocar la inteligencia, es el arte de los desafíos. Si un maestro no consigue provocar la inteligencia de los alumnos du­rante su exposición, no los educa. ¿Qué es más impor­tante en la educación: la duda o la respuesta? Muchos creen que la respuesta. Pero la respuesta es una de las mayores trampas intelectuales. Lo que determina el ta­maño de la respuesta es el tamaño de la duda. La du­da nos provoca mucho más que la respuesta. La duda es el principio de la sabiduría. Cuanto más duden de sus verdades un científico, un ejecutivo o un profesional, o cuestionen el mundo que los rodea, más expandirán el mundo de las ideas y más brillarán. Los maestros deberían provocar la mente de los alumnos y generarles la duda. ¿Cómo?

Realizando la exposición con interrogaciones fre­cuentes. Al hablar sobre el átomo, el maestro debería preguntar: "¿Quién nos garantiza que el átomo exis­te?", "¿Cómo podemos afirmar que está formado por protones, neutrones y electrones?" Los maestros de matemática, de lengua e historia deberían aprender a cuestionar creativamente el conocimiento que expo­nen. Las palabras "¿por qué?", "¿cómo?", "¿dónde?", "¿cuál es el fundamento de eso?" deben ser parte de su rutina.

La exposición con interrogaciones genera la duda, la duda genera el estrés positivo, y ese tipo de estrés abre las ventanas de la inteligencia. Así formamos pen­sadores, y no repetidores de informaciones. La expo­sición con interrogaciones conquista primero el terri­torio de la emoción, después el escenario de la lógica, y en tercer lugar, el suelo de la memoria. Los alumnos quedan supermotivados, se vuelven investigadores, y no una masa de personas manipuladas por los medios y por el sistema.

La exposición con interrogaciones transforma la información en conocimiento, y el conocimiento en ex­periencia. El mejor maestro no es el más elocuente, sino el que más provoca y estimula la inteligencia.

Formando mentes libres
Si los alumnos permanecen en la escuela durante cuatro años como meros oyentes de las informaciones, dejan de ser observadores del mundo y de sí mismos y se vuelven espectadores pasivos. Algunos jóvenes, en este proceso, se tornan arrogantes e insensibles, ansio­sos y con rasgos de psicopatía.

¿De qué se alimentan intelectualmente psicópatas o dictadores? De verdades absolutas. Ellos no dudan, no cuestionan sus comportamientos humanos. El mundo gira en torno de sus verdades. Ellos hieren a los otros y no sienten su dolor. Para liberarse, un psicópata ne­cesita aprender a amar el arte de la duda, pues sólo así sabrá repensarse y ponerse en el lugar de los otros.

Los maestros deben superar el vicio de transmitir el conocimiento listo, como si se tratara de verdades ab­solutas. Incluso porque, cada diez años, muchas verda­des de la ciencia se vuelven folclore y pierden su valor. Pruebe hacer por lo menos diez preguntas por cla­se. No piense que esto es tan simple, pues exige un en­trenamiento de seis meses. La educación emancipa, forma mentes libres y no robotizadas y controladas por el consumismo, la paranoia de la es­tética y la opinión de los otros.


Por Augusto Cury
Extraído del libro: “Padres brillantes, maestros fascinantes”. Editorial Zenith

jueves, 23 de abril de 2009

Diez Herramientas para hacer brillar la Educación

Herramienta 2
Sentarse en círculo o en U

Objetivos de esta técnica:

Desarrollar la segundad, promover la educación participativa,
mejorar la concentración, disminuir conflictos en el aula,
disminuir conversaciones paralelas.


Cierta vez, cuando yo estaba en el quinto año de enseñanza fundamental, mi clase fue dividida en gru­pos. Cada grupo tenía que presentar un trabajo ante todo el grado. Muchos de mi grupo se rehusaron a cum­plir con esa hazaña. Yo, más audaz, pasé al frente. Ja­más temblé tanto. Mi voz se apagaba. Parecía tan fácil hablar en mi habitación, pero no lograba coordinar mis ideas delante de la clase. Hoy doy conferencias pa­ra millares de personas en la platea, pero no fue fácil superar este conflicto. ¿Por qué es tan difícil hablar sobre nuestras ideas en público? ¿Por qué muchos tienen dificultad en ex­tender la mano y hacer preguntas en un anfiteatro? ¿Por qué algunas personas son elocuentes y seguras para hablar con los íntimos pero se inhiben por com­pleto al discutir sus opiniones con extraños o en grupos de trabajo? Uno de los principales motivos es el sistema escolar.

A pesar de parecer tan inofensivo ubicar a los alumnos uno detrás de otro en el aula, esta disposición es lesiva, produce distracciones y obstruye la inteligen­cia. El alineamiento uno detrás del otro, de los alumnos destruye la espon­taneidad y la seguridad para exponer las ideas. Gene­ra un conflicto caracterizado por miedo e inhibición. El mecanismo es el siguiente: cuando se está en un ambiente social, en fracciones de segundo se deto­na un fenómeno inconsciente llamado gatillo en la me­moria, que abre ciertos archivos que contienen insegu­ridad y bloqueos, lo cual genera un estrés que obstruye la lectura de otros archivos y dificulta la capacidad de pensar.

Las grandes teorías educacionales no estudiaron los papeles de la memoria. Por eso, no vieron que bastan dos años en que los alumnos se sienten alineados unos tras otros en la escuela para generar un trauma inconsciente. Un trauma que produce una gran incomodidad para ex­presar las opiniones en reuniones, decir "no", discutir dudas en el aula. Algunos adquieren un miedo dramá­tico a recibir críticas, y por eso se callan para siempre. Otros están súper preocupados con lo que los otros piensen y hablen de ellos.

¿Tiene usted este trauma? La escuela clásica genera conflictos en los alumnossin darse cuenta. Además de bloquear la capacidad de argumentar, el alineamiento de los alumnos agrega combustible al síndrome del pensamiento acelerado, el SPA. El pensamiento de los alumnos va a mil por hora. Si incluso para los adultos es difícil soportar la fati­ga, la ansiedad y la inquietud del SPA. Ahora, imagine a niños y jóvenes obligados a quedarse sentados, iner­tes, y, para colmo, teniendo como paisaje delante de sí la nuca de sus colegas de clase. Para no explotar de an­siedad, perturbarán el ambiente, tendrán conversacio­nes paralelas, molestarán a los amigos. Es una cuestión de supervivencia. No los culpe. Culpe al sistema.

¿Cómo resolver este problema? Haciendo que los alumnos se sienten en media luna, en U o en doble cír­culo. Ellos necesitan verse la cara unos a otros. Por fa­vor, retiren a los alumnos desde preescolar hasta la universidad del alineamiento uno detrás del otro. Fomenta la inercia inte­lectual.


Educando con los ojos: los escultores de la emoción
Recuerden esta frase. El aula no es un ejército de personas calladas ni un teatro donde el maestro es el único actor y los alumnos, espectadores pasivos. To­dos son actores de la educación. La educación debe ser participativa.

En mi opinión, un quinto del tiempo escolar debe­ría destinarse a que los alumnos pasen al frente a dar clase para sus compañeros. Los maestros se relajarían en ese período, y los alumnos se comprometerían con la educación, desarrollarían capacidad crítica, racioci­nio esquemático, y superarían la fobia social.

Les pido a los maestros que presten especial atención a los alumnos tímidos. Tienen diversos grados de fobia social para expresar sus ideas en público. Esta­mos fabricando una masa de jóvenes tímidos. Los tí­midos hablan poco, pero piensan mucho, y a veces se atormentan con sus pensamientos. Ya dije, los tímidos acostumbran ser excelentes para los otros, pero pési­mos para sí mismos. Son éticos y se preocupan con la sociedad, pero no cuidan su calidad de vida.

Los educadores son escultores de la emoción. Edu­quen mirando a los ojos, eduquen con gestos: ellos ha­blan tanto como las palabras. Sentar en forma de U o en círculo aquieta el pensamiento, mejora la concen­tración, disminuye la ansiedad de los alumnos. El cli­ma de la clase resulta agradable y la interacción social da un gran salto.
Por Augusto Cury
Extraído del libro: “Padres brillantes, maestros fascinantes”. Editorial Zenith

Diez Herramientas para hacer brillar la Educación

Herramienta 1
Música ambiente en el aula
Objetivos de esta técnica:
Desacelerar el pensamiento, aliviar la ansiedad, mejorar la concentración, desarrollar el placer de aprender,
educar la emoción.

J. C. nació prematuro. Como todo niño prematu­ro, no tuvo tiempo para encajarse en el cuello uterino y quedarse un mes quietito preparándose para las tur­bulencias de la vida. Nació de siete meses, cuando to­davía hacía malabarismos dentro del útero de la ma­dre. Nació con toda la energía.

Los estímulos del medio ambiente lo perturbaban. Desarrolló una ansiedad intensa y se volvió un niño hiperactivo. He observado que muchos prematuros se vuelven hiperactivos. Su hiperactividad no es genéti­ca, sino que deriva de la falta de psicoadaptación emo­cional, tan importante al final de la gestación. La psi­coadaptación se da cuando el bebé apenas cabe dentro del útero, y por eso tiene que desacelerar sus movi­mientos y aprender a relajarse.

De niño, J. C. no lograba quedarse quieto en su asiento. Era agitado, tenso, repetía los errores, perturbaba la clase. Nada lo tranquilizaba, ni los enojos de los adultos. Él no era así porque quería. Tenía una ne­cesidad vital de perturbar el ambiente para aliviar su ansiedad. ¿Concentración? Carecía de ella. Sólo se con­centraba en aquello que le interesaba mucho. Pero, co­mo era un chico despierto, lo poco que se concentra­ba en el aula, le alcanzaba para sacar buenas notas.

Con el tiempo, aprendió a administrar su ansiedad y a tener proyectos de vida estables. Contó con la ayu­da de maestros que implementaron algunas técnicas que comentaré a continuación. Se volvió un profesio­nal competente. Como todo hiperactivo, tiene un pen­samiento acelerado. Pero sabe qué lo ayudó a ser esta­ble: la música clásica. Desde su infancia su madre lo llevó a apreciarla.

La música clásica desaceleraba sus pensamientos y estabilizaba su emoción. Ejemplos como el de J. C. me ayudaron a comprender el valor de la música para mo­dular el ritmo del pensamiento. He aquí la primera téc­nica psicopedagógica: música ambiente durante la ex­posición de las clases.

Los objetivos de la música en el funcionamiento de la mente
Si la emoción determina la calidad del registro, cuando no hay emoción la transmisión de informacio­nes genera dispersión en los alumnos, en vez de pla­cer y concentración. Si hay música ambiente dentro del aula, de preferencia música suave, el conocimiento seco y lógico transmitido por los maestros de mate­mática, física, química o lenguas adquiere una dimen­sión emocional. El fenómeno RAM lo registrará de ma­nera privilegiada. Sin la emoción, el conocimiento no tiene sabor.

La música ambiente cumple tres grandes metas. Pri­mero, producir la educación musical y emocional. Segundo, generar el placer de aprender durante las clases de matemática, física, historia. Tercero, aliviar el sín­drome del pensamiento acelerado (SPA), pues aquieta el pensamiento, mejora la concentración y la asimilación de informaciones. La música ambiente debería usar­se desde la más tierna infancia en la casa y en el aula.

Los efectos de la música ambiente en el aula son es­pectaculares. Relajan a los maestros y animan a los alumnos. Los jóvenes aman la música agitada porque sus pensamientos y emociones son agitados. Pero des­pués de escuchar, durante seis meses, música tranquila, su emoción, resulta entrenada y estabilizada.

Por Augusto Cury
Extraído del libro: “Padres brillantes, maestros fascinantes”. Editorial Zenith

miércoles, 1 de abril de 2009

Ecología de las relaciones



Por Bernardo Estamateas

Extraído de “Autoboicot, las trampas mentales que me impiden creer en mi”.


Algún día... Algún día podrás hacer gran­des cosas, eso es más que seguro. Pero... ¿estás haciendo algo para ese algún día...? ¿Te estás preparando, o sólo dejas que tus emociones decidan cómo te vas a sentir? Ese algún día... debe ser transformado, ese algún día... tiene que ser hoy…

La inseguridad, la falta de estima hacia uno mismo suele ser un obstáculo para que "mi yo interior" se desarrolle y se eleve a lo grande. Verse y sentirse bien, por dentro y por fuera, hará que a tra­vés de tu "yo social" logres todos tus objetivos. Las pequeñas cosas atraerán a las grandes y la importan­cia y la gratificación de ayudar a los demás harán que tanto el que da como el que recibe se sientan conectados. Y para que ese yo social pueda interrelacionarse con los otros sabia­mente, necesitará actuar con conocimiento de lo que los otros "yo" buscan y necesitan. Un estudio afirma que nuestro Cociente de Éxito se debe un 23% a nuestras capacidades intelectuales, y un 77% a nuestras aptitudes emocionales. La inteligencia emocional es la capacidad de relacio­narme con los que amo y conmigo mismo.






La importancia de que el otro sepa lo importante que es.
El hombre está creado para conectarse, para esta­blecer vínculos y relaciones significativas con los otros. Platón ya calificaba al hombre como un ser político, necesitado de una red civil y social. Ser importante es una de las necesidades humanas más vitales. Sentirse valioso, sentirse importante es aun más significativo que una necesidad fisioló­gica. Yo puedo tener hambre, ingiero un alimento y quedo satisfecho, porque esa necesidad ya fue suplida. Pero ser importante es una necesidad que llevamos todos los seres humanos a lo largo de la vida; todos necesitamos ser apre­ciados, reconocidos. Estadísticamente, una de las razones fundamentales por las cuales una mujer deja a su pareja no es el maltrato, ni la falta de dinero, ni la incomunicación, sino la falta de aprecio por parte de su pareja.
El elogio endereza espinas dorsales. Como personas nos creamos los unos a los otros. Necesitamos decirle al otro lo impor­tante que es para nuestra vida. Muchas veces, carecemos de la empatía necesaria para darnos cuenta de qué es lo que necesita el otro, bloqueamos sus necesidades y nos conver­timos en autistas emocionales.
Tienes que aprender a escuchar y a sentir lo que le pasa a la otra persona ya que eso va a abrir canales al diá­logo y va a generar una sincronización entre tú y ese otro; se van a sentir bien los dos.

Sonreír
Tienes que reírte más y sonreír más. La sonrisa te abre puertas, es un poderoso transmisor de energía, destierra el aburrimiento y despierta la creatividad.
La gente amargada no puede ser creativa. A nadie le gusta estar con alguien pesimista. El cerebro humano prefiere las caras felices. La sonrisa es la forma más rápida de acortar las distancias entre dos cerebros y la forma más fácil de que entren en sincronía, sostiene.
Fruncir el ceño es una expresión negativa con la que decimos: no me gustas, estoy juzgando la manera como te vis­tes, como te mueves y como hablas.
En las empresas, cuando entrenan a los empleados de atención al cliente les enseñan a sonreír, porque la sonrisa predispone al otro a sonreír contigo y dismi­nuye así el grado de nerviosismo, ansiedad y queja.
Cuando alguien nos sonríe, lo que está haciendo es transmitirnos un mensaje de aceptación, lo que al mismo tiempo hace que nos sin­tamos más seguros de nosotros mis­mos. ¡Practica sonreír más seguido!
Son necesarios cuarenta músculos para arrugar una frente, pero sólo quince para sonreír. Existe un fenómeno llamado "la neurona espejo" que nos hace imitar la conducta, las reacciones o la posición corporal del otro. El sonreír indica que no soy un peligro para ti, con mi sonrisa te estoy mostrando que estoy contento de verte. Los encuentros con sonrisas duran más, tienen mus ritmo y siempre aportan resultados positivos.
Debemos mostrar una sonrisa aunque muchas veces no tengamos ganas. Si le das una orden a tu cara, tus sentimientos también responderán, porque tu cuerpo y mente se relacionan íntimamente. Si le ordeno a mi cara que se sonría aunque no tenga ganas, un poquito más adelante resurgirá la emoción de la alegría de manera genuina.

Mirar a los ojos
He visto a muchos amigos que mientras alguien les habla, miran para otro lado. En estos casos, la persona que habla seguramente no se sentirá atendida, ni reconocida, ni importante. Tus ojos deben estar pues­tos en el otro y debes escuchar qué tiene para decirte. Mirar a los ojos del otro demuestra que estamos siendo buenos oyentes y eso hace que podamos entender mejor y unirnos más con la persona a la que escuchamos. La escucha completa maximiza la sincro­nía fisiológica, de modo que las emo­ciones se alinean. Prestarle más atención a alguien intencionalmente puede ser la mejor manera de propi­ciar el surgimiento de la afinidad.

Aprender a usar el nombre de las personas
A veces no es fácil aprender todos los nombres, pero debes repe­tirlo varias veces, y si es necesario, relacionarlo con algo para retenerlo. Al mencionar su nombre, la persona tomará mucho más en cuenta lo que le estás diciendo y no lo olvidará, porque el mensaje estará dirigido hacia ella. Al anteponer el nombre de la persona cuando le dices algo, esta se sentirá cuidada, querida, y captará aquello que le quieres decir.

Utilizar empatía
La empatía es la capacidad de sentir en un contexto común lo que un individuo diferente puede percibir. Nos permite reconocer y entender las emociones de los demás y sus motivaciones.
Hoy en día hemos perdido la capacidad de sentir con el otro, de comprender, podemos encontrarnos con per­sonas psicópatas. El psicópata es una persona normal, que trabaja o estudia pero que no siente culpa ni angus­tia; puede insultar, manipular, descalificar y no experi­mentar el más mínimo sentimiento, porque ha perdido la capacidad de conectarse con sus emociones y mucho menos puede "sentir con el otro". También tu empatía va a ayudarte a reconocer a los psicópatas y a otras perso­nas que vengan a llenar de toxicidad tu vida.
Recuerda que aunque te encuentres con personas que posean opiniones diferentes a las tuyas, les tienes que mostrar respeto, escucharlos, prestarles atención y eso mismo te será devuelto. Cuando ellos vean tu inte­rés por sus opiniones, contarás con el tiempo necesario para expresar las tuyas.
Por ejemplo, cuando te encuentres almorzando con tus compañeros de trabajo o en una charla con tus ami­gos de la facultad, recuerda que no eres un conferen­cista que habla a un público que sólo escucha. En gene­ral, cuesta mucho decirle algo a una persona que habla sin parar. Pero hay miles de estos casos, por eso, piensa si no eres uno de ellos.
Cuando compartas tus experiencias recuerda que son sólo eso, tus experiencias. Por eso a veces, para desarro­llar amistades sanas tienes que aplicar la inteligencia y dejar de hablar de ti mismo para escuchar al otro. Todos necesitamos contar nuestras propias experiencias. Primero, trata de entender al otro, después trata de hacer que te entiendan a ti.

Ayudar a los otros a cumplir sus sueños
Cuando ayudes a otros a cumplir sus sueños, tendrás una doble recom­pensa: la enorme satisfacción de haber ayudado a otros y la de haber ganado un amigo.
Este punto también puede enriquecer y potenciar grandemente la vida de una pareja. Un ejemplo nega­tivo pero muy frecuente es el caso del hombre que le dice a la mujer: ¡ayúdame, ahora deja de estudiar para cuidar a los chicos, así yo puedo estudiar!, ¡y ahora ayú­dame porque tengo que salir a trabajar!, y exige que sea la mujer la que siempre apoye, y ¡los sueños de ella no participan! Las parejas inteligentes se ayudan mutuamente, no compiten. Saben cuál es el sueño del otro y se habilitan, hacen algo para que su compañero lo alcance.

Ser generoso
Generoso no sólo es una palabra de con­notación económica sino que debemos ser generosos en compartir expresiones. Buenos días o ¡BUENOS DÍAS! es la misma frase pero se interpretará como un simple saludo obligatorio mientras que la otra se entenderá como una verdadera expresión de deseo hacia el otro.
Hay estudios hechos para medir el trabajo emocional de un grupo de enfermeras que dieron como resultado la afirmación de que cuando alguien hace que otra per­sona se sienta bien, mejor se siente ella misma. Mientras más senti­mientos positivos generes en una persona, mejor te vas a sentir. Sé generoso en lo que digas, en tu expresión, en tu energía con la gente y esto puede levantarte el ánimo. Que tu próximo saludo sea: ¡que tengas un excelente día!

Dar
Un ejercicio que puedes hacer es pensar qué es lo que está necesitando la persona que está frente a ti, qué tienes para darle. Dar es poderoso, pero más fuerte es dar lo que el otro está necesitando. Por ejemplo, un padre podría plantearse: ¿qué necesitan mis hijos? Yo creo que les doy "todo". Pero, ¿es realmente lo que ellos necesitan?
Pon en práctica la ley de la siem­bra y la cosecha. Todos tenemos semillas que están esperando ser sembradas, no te prives de la posibi­lidad de dar. Siempre serás recom­pensado, y si sabes dar tus graneros serán abundantemente llenados.


Cuidarse, cuidando el aspecto físico
Si no te cuidas estarás enviando este mensaje: si yo no me cuido no te puedo cuidar, y la gente busca ser cuidada. Realmente cuesta muy poco mantener el aseo personal y presentar­nos con la ropa planchada y el cabello peinado. Cuida tu aspecto. Tu vestimenta, tu cabello, tus dientes, tu peso, etc., es lo que la gente ve y conoce de ti. Recuerda que tu apariencia habla de ti. Dentro de los primeros cuatro minutos de un encuentro, una persona se forma el concepto de otra. En ese breve tiempo que tienes para presentarte, sabrán si están frente a alguien con o sin estima.

No ser siempre el protagonista de los encuentros
Cuando un amigo nuevo llega al grupo, deja de ser siempre el protagonista, e intégralo como te hubiese gustado que lo hagan contigo. Si quieres desarrollar y cuidar tus amistades, deja que ellos hablen de sí mismos, pregúntales acerca de sus sentimientos, de su familia, de sus amigos, de sus posibilidades, de sus sueños, cómo anda su vida.
Cualquiera diría que esto debe surgir natural­mente, pero no siempre es así y por eso necesitamos practicarlo.

Conexiones de oro
Llamamos conexiones de oro a lo que comúnmente se designa como contactos. Tu agenda no tiene que estar llena de números telefó­nicos sino de contactos, conexiones de oro que son relaciones en las que sembraste en algún momento, personas en cuyo banco emocional tú has hecho un depósito.
Cada persona que conoces tiene que llevarse una buena impresión de ti, porque de ese contacto puede venir una solución, una respuesta, una salida. Una conexión de oro es una persona que te aparece de la nada y tiene llaves para abrirte puertas laborales, perso­nales, familiares. No es tu mentor, por­que no te forma, simplemente es alguien que viene con una llave de oro y te abre la puerta que tú no podías abrir. Tienes que aprender a tratar bien a la gente, porque el que hoy está a tu lado, mañana puede ser una conexión de oro.

La llave de la convocatoria.
El poder de convocatoria no nace de la noche a la mañana, no es una receta mágica ni instantánea, sino que es la sumatoria de hábitos de inteligencia interpersonal. Utilizando la suma de estos principios, vas a convocar, vas a atraer. Las personas van a querer comprar el producto que estás construyendo, porque verán en ti una persona de éxito. Confianza, seguridad, convicción, integridad y actitud son condiciones necesarias para poder aumentar nuestro poder de convocatoria y liderazgo. Recuerda que un liderazgo socialmente inteligente comienza con estar abso­lutamente presente y en sintonía con el otro.